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Las Pedagogías Críticas hoy ¿Qué ocurrió con las Pedagogías Críticas?

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La Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado publica en su número de agosto 2013 (actualmente en imprenta) una monografía titulada Pedagogía Crítica, treinta años después, de la que son coordinadores César Cascante Fernández y Jaume Martínez Bonafé. Ofrecemos seguidamente el EDITORIAL que la encabeza.



Editorial


Entre mediados de los setenta y principios de los noventa del pasado siglo surge en el estado español un movimiento social y pedagógico al que llamamos Pedagogía Crítica. Es un movimiento desigual, según territorios, complejo en muchos aspectos de su fundamentación y sus prácticas, y plural en cuanto a sus agentes. Como todo movimiento social, es deudor de su tiempo histórico. El dictador murió en 1975 y en los contextos de la clandestinidad se fraguaba por aquellos años el discurso de las nuevas posibilidades: desde el anticapitalismo hasta la democracia burguesa. Y en ese discurso la escuela tenía un claro protagonismo social y el maestro un claro componente militante. O se está con la reproducción -Tonucci publica su conocido dibujo de "La Máquina de la Escuela" en 1975-, o se está por la emancipación -conocimos una versión policopiada con una "vietnamita" [1] de La Pedagogía del Oprimido, en 1973-.

El movimiento de la Pedagogía Crítica se cultivó a la vez en distintos lugares del campo social. A la sombra de algunas iglesias, en las mesas de incipientes organizaciones sindicales, en las reuniones del movimiento asociativo vecinal de los barrios obreros, en el proyecto de algunas editoriales, en los grupos de maestros y maestras organizados para la renovación y el cambio educativo, en las aulas de algunos profesores universitarios. 


Nunca fue un movimiento hegemónico, pero contribuyó significativamente a la contrahegemonía. Poco a poco la presencia de libros, la convocatoria de Congresos, Encuentros y Seminarios, el desarrollo de investigaciones, la conexión internacional, la apertura académica y el desarrollo de programas políticos y sindicales, fue dando sentido y reforzando las prácticas que en el aula desarrollaban grupos de maestros y maestras comprometidos. 

La Pedagogía Crítica, con todos los matices que se quiera respecto a la debilidad o a la fuerza, era un movimiento de ida y vuelta entre una práctica crítica y una teoría crítica. Entre una crítica de la práctica y una práctica de la crítica. La formación inicial y permanente del profesorado se impregnó de ese movimiento. El debate sobre el curriculum y su renovación, también. La relación entre docencia y curriculum cobra una nueva perspectiva: ni puede haber neutralidad, ni puede haber fragmentación entre desarrollo curricular y desarrollo profesional. Al positivismo eficientista le sale una piedra en el zapato con la teoría de la relación entre intereses y conocimiento. Citemos sólo un libro: Teoría Crítica de la Enseñanza, la traducción y publicación en 1988 del Becoming Critical que W. Carr y S. Kemmis publicaron en la Universidad de Deakin, en 1983. Su influencia en la investigación curricular y la formación docente, con las propuesta de investigación-acción como modelo de desarrollo profesional crítico fue considerable en el interior del movimiento de la Pedagogía Crítica.

En el Estado Español algunas Escuelas de Verano convocadas por los Movimientos de Renovación Pedagógica fueron un importante amplificador de este movimiento. Las propuestas iniciales en el interior de estos movimientos, que tenían en la educación popular y las propuestas de Freinet y Freire una base importante, se complementan con nuevas aportaciones del discurso crítico. 
Las Escuelas de Personas Adultas, algunas enraizadas en barrios obreros con tradición combativa, fueron otro espacio de cultivo de estas pedagogías. 

En el inicio de los noventa, compañeros y compañeras del Departamento de Didáctica de la Universidad de Valladolid organizan cuatro simposios internacionales sobre "Teoría crítica e investigación-acción" en el que diferentes grupos de profesores e investigadores presentan teorías y prácticas para el cultivo de las pedagogías y los curricula críticos. La revisión de sus Actas muestra la vitalidad y el deseo de futuro del discurso de la Pedagogía Crítica. Conviene matizar, sin embargo, que hubo un pensamiento más elaborado en algunos sectores de la Academia, en algunos CEPs y en algunos grupos pedagógicos, y otro pensamiento tal vez más intuitivo en muchas prácticas pedagógicas que se reclamaban de la Pedagogía Crítica. 

¿Qué pasó desde entonces? ¿Qué queda hoy de ese discurso? ¿Qué se ha trasformado en él? ¿Cómo ha evolucionado? ¿Qué pasó con quienes lo sostenían en sus reflexiones, sus investigaciones, sus prácticas docentes? Tres o cuatro décadas después, en un contexto socio-político y económico muy distinto -ni el capitalismo es lo que era ni tampoco los anticapitalistas parece que lo son- ¿es posible la Pedagogía Crítica? ¿Es necesaria? ¿Qué autores, qué grupos, qué prácticas, son hoy la posible referencia de este movimiento? 

Estamos viviendo una época en que el capitalismo muestra su rostro más salvaje y la pedagogía no puede mirar hacia otro lado. Recuperar y repensar hoy aquellas miradas, actualizar los discursos, encontrar nuevas alianzas y estrategias es, ahora mismo, una tarea urgente. 

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[1] La vietnamita era un artefacto de fabricación casera con el que se multicopiaban en la clandestinidad los panfletos, revistas y periódicos de quienes combatían la dictadura.

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