Como dice Víctor Hugo en el libro séptimo de "Los miserables", las sociedades humanas tienen lo que en los teatros se llama un tercer subterráneo.
El suelo social está todo minado, ya sea para el bien, ya sea para el mal. Existen las minas superiores y las minas inferiores..., pero por debajo de todas esas minas, de todas las galerías, por debajo de todo el progreso y de la utopía, mucho más abajo..., están los mineros negros, el tercer subterráneo.
Es la fosa de las tinieblas. Es la cueva de los ciegos. Comunica con los abismos. Es la gran caverna del mal...
Las siluetas feroces que rondan en esta fosa, casi bestias, casi fantasmas, no se interesan por el progreso universal, ignoran la idea y la palabra.
Tienen dos madrastras, la ignorancia y la miseria; tienen un guía, la necesidad; tienen el apetito como forma de satisfacción. Son larvas brutalmente voraces..., y en su hormigueo horrendo socavan el orden social, el derecho, la ciencia, el progreso y la civilización...