Humberto Maturana es el primer científico que desde su hacer como tal explica el amor. En su propuesta, el amor no es una cualidad o un don, sino un fenómeno relacional biológico a través del cual el otro surge como un legítimo otro en la convivencia, respetándose y aceptándose su existencia tal como es, condición necesaria para que el otro puede ser el mismo. Para Humberto Maturana, que en su día estuvo propuesto para el Premio Nobel de Medicina y Fisiología, nos enfermamos al vivir un modo de vida que niega sistemáticamente el amor.
Según Maturana, todos nuestros problemas tienen su origen en la negación del amor, que nos lleva a negar al otro en su legítima existencia, en su derecho a ser libre y diferente. Esta negación del otro no sólo se refiere a las demás personas sino también a nosotros mismos. ¿Cuántas veces nos negamos cosas basándonos en el qué dirán o pensarán los demás, ignorando así nuestras necesidades, anhelos o proyectos? Es el amor, la empatía y la cooperación lo que mueve el mundo. Por ello los educadores hemos de actuar y relacionarnos con nuestros niños con respeto, escucha y amor, y también con respeto y amor a nosotros mismos.
Médico y biólogo, Maturana ha llegado a ser un gran pedagogo que insiste en el valor del AMOR para permitir que cada persona se desarrolle al máximo. La educación no es nada sin amor. La vida, las personas y nuestras relaciones tampoco.
A pesar de todo lo dicho, la realidad es que el amor está prácticamente ausente del currículo, constituyendo hoy una de nuestras asignaturas pendientes. Alguna responsabilidad tendrán en ello la psicología cognitiva, que ha centrado el discurso pedagógico durante décadas en el aprendizaje académico; o la dictadura conductista, que expulsó las emociones fuera del recinto universitario.