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Producción de artículos sobre investigación acción en la formación de profesores: "El título nuclear es Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado"

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Destaca María Jesús Romera-Iruela (2011, 608), en un artículo titulado "La investigación-acción en la formación del profesorado", que la rifop es la revista más relevante en la producción de artículos sobre investigación acción en la formación de profesores.

Según esta investigadora:

"El título nuclear es Revista Interuniversitaria de Formación del profesorado. Con ella y con su versión electrónica, que está en cuarto lugar, se pueden recuperar el 20,3 % del total de los artículos".



María Jesús Romera-Iruela (2011). La investigación-acción en la formación del profesorado. Revista Española de Documentación Científica, 34, 4, octubre-diciembre, 597-614, 2011 ISSN: 0210-0614. doi: 10.3989/redc.2011.4.836 (Pulsar aquí para acceder al artículo a texto completo)



Número 82 (29.1) de la rifop. Abril 2015. Aprender de la escuela para dar vida a la universidad

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Publicamos en este post una versión post-print del artículo titulado "Aprender de la escuela para dar vida a la universidad", cuya autoría corresponde a Nieves Blanco (Universidad de Málaga), Mª Dolores Molina (Universidad de Valencia) y Asunción López (Universidad de Barcelona)

Este artículo se publicará (tras una corrección final de pruebas, único trámite pendiente antes de su envío definitivo a imprenta) en el número 82 (29.1) abril 2015 de la Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado (RIFOP), formando parte de una monografía que lleva por título "Investigar para acompañar el cambio educativo y social. El papel de la universidad", que tiene su origen en el congreso organizado por la AUFOP y la Universidad de Cantabria que, bajo ese mismo título, se celebró en noviembre de 2014 en Santander.

El citado número monográfico ha sido coordinado por Adelina Calvo Salvador, Carlos Rodríguez-Hoyos e Ignacio Haya Salmón (Universidad de Cantabria).



Aprender de la escuela para dar vida a la universidad

Learn from the school to give life to the university


Nieves Blanco. Universidad de Málaga

Mª Dolores Molina. Universidad de Valencia

Asunción López. Universidad de Barcelona

Resumen

En este artículo presentamos algunos de los aprendizajes que estamos desarrollando sobre el oficio docente, en una investigación que busca conectar la formación inicial con el saber de la experiencia en docentes de primaria. Hemos acompañado a tres maestras en sus actividades cotidianas, para aprender de y con ellas sobre cuestiones sustanciales del oficio docente. Prestando atención al saber de la experiencia que hay en la escuela, para llevar algo de su cualidad a la formación inicial de educadores, tratamos de llevar a la universidad un conocimiento capaz de conectar con la experiencia viva de quienes enseñan y aprenden.

Palabras clave: Saberes docentes, experiencia, formación docente, investigación narrativa.


Abstract

In this article we present some matters learned about the teaching profession which we are developing in a research project which seeks to connect initial teacher training with primary school teachers' know-how which has been learned on the job. We shadowed female primary school teachers during their daily activities to learn from and with them about matters of importance to the teaching profession, to enable us to garner a deeper understanding of the educational significance of forms of relationship and action with educational value for our students and for us as female educators. In this way we aim to take knowledge that is capable of connecting with the living experience from those to teach and learn to the university.

Keywords: Professional knowledge, experience, teacher education, narrative research.Introducción

Este trabajo surge en el marco de un Proyecto de investigación (2) que tiene el propósito de indagar sobre el saber profesional de educadoras/es y sus implicaciones en la formación inicial. Nuestro foco de interés en esta investigación es profundizar en el significado y la complejidad de los saberes docentes, para explorar el valor formativo que pueden tener para nuestros estudiantes, futuras/os docentes y educadoras/es. Para desarrollar esta tarea, hemos combinado el análisis de nuestras propias prácticas como formadoras (a través del auto-estudio) con el seguimiento y análisis del proceder creativo de maestras de primaria (a través de estudios de caso). Y en este trabajo con las maestras, lo que ha ido orientando nuestra indagación ha sido el deseo de “aprender de su experiencia”. Aprender a reconocer y nombrar los saberes que materializan en su actuación cotidiana para enriquecer, con y desde ellos, la formación de nuestros estudiantes y la nuestra propia.

Indagar en la complejidad, y la comprensión, de los saberes que demanda el oficio educativo requiere involucrarse en un tipo de investigación que preste atención a la práctica cotidiana en las escuelas y al hacer educativo de las maestras. Ponerse en relación con maestras que muestran, en su hacer, cualidades con valor formativo para pensar la educación; y para pensar y entendernos mejor como formadoras en el oficio docente. Se trata entonces, de un estar atentas y un hacerse disponibles a lo que el trabajo con las maestras hace en nosotras: cómo nos toca, nos resuena, cómo nos interpela. Algo fundamental, si lo que pretendemos es llevar algo nuevo y vivo a la formación inicial. En este ponerse en relación con la maestras, y en este dejarse profundizar en las propias ideas, se manifiesta algunas veces el cambio en nuestro hacer y, otras veces, nos coloca en la perplejidad. Pero siempre nos abre a una mirada más amplia y más compleja sobre el sentido de la práctica educativa y el mismo sentido del oficio docente. Es por ello, una vía de indagación fructífera para adentrarnos en el saber de la experiencia (MORTARI, 2002; ALLIAUD y SUÁREZ, 2011; CONTRERAS, 2013). Hablamos del saber de la experiencia, en tanto que un saber de la relación y un saber de la alteridad, que es constitutivo de las profesiones educativas; aquellas que exigen un hacer y saber hacer encarnado, un saber “que no es simplemente algo que se posee, sino parte de lo que se es, de tal manera que ser y saber no están escindidos” (CONTRERAS y PÉREZ DE LARA, 2010, 56).

Por tanto, algo que caracteriza este trabajo es que la práctica indagadora y la práctica docente están en relación. Y lo está en dos sentidos: investigamos mientras enseñamos, y enseñamos a quienes van a ser educadoras/res en un futuro. Es en este sentido, que hablamos de la posibilidad de vivificar el conocimiento que se genera en la Universidad. La posibilidad de darle vida, de encarnarlo en un doble sentido: trayendo –a través de relatos de formación- a las maestras/os y a las criaturas en sus contextos de vida cotidiana en la escuela; y haciéndonos mediadoras –como formadoras que somos- del saber en primera persona, aquel que ha pasado por nosotras y al que damos cuerpo.

Es en este segundo aspecto en el que centramos este texto. Para ello, y tras explicitar nuestra concepción sobre el sentido del oficio educativo, presentamos -en primer lugar- lo que hemos aprendido en el proceso de acompañar a las maestras, para detenernos luego en la reflexión sobre algunas de las cualidades del oficio docente que hemos reconocido como sustanciales en las prácticas de estas maestras. Finalmente, nos detenemos en la necesidad, como investigadoras, de cultivar la disposición a mirar con ojos nuevos la escuela para vivificar el conocimiento pedagógico y llevarlo, a través de nuestras prácticas, a la formación inicial de enseñantes y educadores.


El sentido de las profesiones educativas y los saberes en los que se sustentan

El oficio educativo pertenece a lo que Michelle Cifali (2005) denomina profesiones del sector humano, aquellas en las que hemos de abordar situaciones complejas donde se interconectan lo social, lo institucional y lo personal. Las tradiciones profesionales disponen de un cuerpo de conocimientos que es importante conocer, pero que es insuficiente para el ejercicio profesional. Ser docente, ser educador/a, requiere desarrollar y activar saberes vinculados a la experiencia, en los que se funden aspectos del conocer, del hacer y del ser, que no pertenecen a ninguna disciplina y que no pueden formalizarse sin perder algo esencial de lo que los constituye, sin perder la vida que los anima (CONTRERAS y PÉREZ DE LARA, 2010).

El saber de la experiencia hace referencia tanto a un saber que se asienta en lo vivido, como a que lo que se vive constituya el centro del pensamiento. Cuando así sucede, dice Juana Sánchez-Gey (2008, 1) estamos ante un saber que sentimos, y que es “originario” en el sentido de que viene desde el origen, de lo que tenemos como seres singulares, únicos y que nos ayuda a conocer lo más “hondo de nuestra vida y lo más cierto”. Y no se accede a él a través de la racionalidad (aunque también está presente) porque “no es un saber de datos, de añadidos o sumas, sino de oídos y de miradas, de interiorización”. Al saber de la experiencia se accede mirando hacia dentro, pero con el oído atento a lo que está fuera, a la realidad, para pensarla, porque “pensar es apertura a la experiencia, que es la que da que pensar” (BÁRCENA, 2010, 3).

La formación inicial debe proporcionar la base de conocimientos relevantes, capaces de conectar con la experiencia viva de las y los estudiantes; y debe ofrecer las oportunidades de que cada estudiante pueda desarrollar sus propios modos de pensar y actuar (BLANCO y SIERRA, 2013), reflexionando sobre el sentido que orienta nuestras acciones, madurando el alcance de nuestros deseos y también de nuestras limitaciones; cultivando la sensibilidad pedagógica que nos permite responsabilizarnos de nuestras actuaciones, en las que se involucra nuestra vida completa (y no sólo nuestros conocimientos técnicos). Por eso, “prepararse para el oficio educativo requiere favorecer el saber de la experiencia: reconocerlo, re-elaborarlo, desarrollarlo, prepararse para contar con él. Requiere favorecer el desarrollo de un saber pedagógico personal que nace del preguntarse por el sentido de la experiencia vivida” (CONTRERAS, 2011, 61).

Si los saberes de la experiencia son los que sustentan las profesiones educativas, también son los que están en la base de nuestra práctica como formadoras de enseñantes y educadores. Por eso, sentimos la responsabilidad de aprender a cultivar la reflexión, a mantener una relación pensante con lo que hacemos y con lo que vivimos como profesoras, para estar atentas siempre al sentido que orienta nuestra práctica, a las tensiones que nos ponen en movimiento. Desarrollar nuestro conocimiento en tanto que formadoras de docentes y educadores es una tarea compleja y, personalmente, muy exigente (BERRY, 2009, 306). No en vano enseñamos sobre aquello mismo que practicamos, y debemos manejar la complejidad de, al mismo tiempo, desarrollar nuestros saberes y apoyar a nuestros estudiantes a hacer esta misma tarea. No es fácil aceptar que enseñamos lo que somos, y que si buscamos que la formación pueda llegar a ser una experiencia, y favorecer la emergencia de saberes de la experiencia en nuestros estudiantes, debemos ofrecer nuestra mediación viva. Esto significa aceptar que no podemos enseñar aquello que no hemos experimentado, que no hemos vivido.


Recorrer un camino: la narrativa como apuesta metodológica

Desde la preocupación y la pregunta por los saberes necesarios para la formación de enseñantes, en nuestra investigación estamos explorando la relación entre la formación inicial del profesorado y el saber de la experiencia en docentes de primaria, profundizando en dos dimensiones estrechamente vinculadas: a) conocer con más profundidad el significado y la complejidad de los saberes docentes; y b) explorar su valor formativo para la formación inicial de enseñantes y educadores.

Con un enfoque narrativo (CLADININ, 2013), y con una orientación fenomenológica (VAN MANEN, 2003) hemos combinado el análisis de nuestras propias prácticas como formadoras de educadoras y educadores (a través del auto-estudio), con estudios de casos con maestras de primaria, con el propósito de enriquecer la formación de nuestros estudiantes y la nuestra propia.

En un primer momento de la investigación, hemos centrado la atención en la exploración de nuestra propia experiencia tratando de entender las claves de sentido que nos orientan y aprendiendo sobre las tensiones que identificamos en nuestras ideas y nuestras prácticas. El auto-estudio (COCHRAN-SMITH y LYTLE, 2002; LOUGHRAN, 2004) en la medida en que nos ayuda a aprender sobre el oficio docente y el conocimiento implicado en el aprender a enseñar, constituye un camino necesario para acercarnos a la experiencia de enseñar de las maestras, para desarrollar la sensibilidad para acompañarlas, estando atentas a las cualidades de la práctica docente, y orientándonos hacia las preguntas necesarias para una comprensión profunda de lo que sucede en las aulas. En este proceso de auto-estudio hemos desarrollado la capacidad de autoconocimiento y también de autoconciencia (BERRY, 2009, 308), necesarios para profundizar reflexivamente en nuestras prácticas y en el oficio educativo. Y en este camino hemos necesitado explorar formas de escritura capaces de dar cuenta de las dimensiones subjetivas y biográficas de nuestras vivencias, y de mantener una relación pensante con nuestras vivencias como formadoras.

En un segundo momento, nos hemos centrado en los estudios con las maestras. Hemos acompañado a tres maestras de primaria (que enseñan en distintos niveles) y que hemos elegido porque conocíamos algunas cualidades de su hacer pedagógico: se muestran preocupadas por su trabajo, ponen en el centro a las niñas y los niños y su bienestar; maestras que reflexionan sobre sus acciones y que se interrogan sobre el sentido y las consecuencias de su práctica, afrontando la responsabilidad que tienen como educadoras.

A lo largo de un curso escolar hemos estado en sus clases, compartiendo sus horas de escuela, realizando observaciones y grabaciones de momentos significativos, conversando con las niñas y los niños, y manteniendo conversaciones reflexivas con las maestras a partir de las situaciones que hemos vivido en las aulas. Nuestro propósito no ha sido estudiar “a” una maestra, ni tampoco identificar y documentar “buenas prácticas” sino acompañar a estas maestras intentando reconocer, en su hacer y su pensar, cualidades que nos permiten profundizar en la complejidad del oficio educativo.


La investigación como experiencia de relación: aprender de (y con) las maestras

Hablamos de nuestra investigación como una experiencia de relación porque nos hemos descubierto, en la propia práctica de indagación, en un proceso creativo para explorar la experiencia. Si bien, desde el comienzo, hemos tenido claro tanto el enfoque como la orientación de la que partíamos, el proceso de explorar la experiencia ha sido un camino en continua elaboración, que se tantea, se explora, que no viene dado y que, sin embargo, se tiene que andar (LÓPEZ, 2010). Y en este ponerse en marcha han estado presentes, y en relación, el registro de la apertura y el registro de la tensión. Es así que hemos aprendido a buscar teniendo presente la pregunta de investigación y al mismo tiempo la apertura hacia aquello que la experiencia de relación con la maestra y su saber hacer en el aula nos ofrecía. La apertura, como disposición metodológica, de acompañamiento, tiene que ver con procurar no cancelar lo que va naciendo; con un buscar algo sin intención de concluir ni cerrar la pregunta. Movernos en este registro de la apertura nos ha hecho sentir la tensión, como dificultad pero también como creación. La tensión de aproximarse a la experiencia sin violentarla y la de explorar la experiencia acogiendo el misterio de la relación. Esto es, reconociendo la relación como un encuentro siempre inédito y aceptando que aquello que indagamos es la relación entre lo que alguien vive, piensa y dice a partir de ello (CONTRERAS, 2010).

Una tensión primera, en la que ha estado presente tanto la dificultad como la creación, ha sido la de “estar presente en la relación” con la maestra para tratar de aprender de su experiencia. Hay aquí un movimiento complejo y sutil, que pide desplazarse de lo que hacen la maestra y las criaturas, así como de los hechos que se suceden en el aula, hacia lo que ello significa para “mí”. Un desplazamiento para hacer lugar a la resonancia de lo que eso que va sucediéndose tiene en mí como profesora, como educadora. Para poner la atención en la relación que hay “entre” lo que ocurre en el aula y lo que ello hace en mí. Y lo que hemos aprendido de esta tensión –y por eso no hablamos sólo de dificultad- es la necesidad de practicar la escucha de sí y de aquello que nos rodea; para ir más allá de lo evidente, para no saturar la interpretación de lo que sucede, para dejar resto, mirando lo que queda en mí y poder pensarlo pedagógicamente. Y hemos aprendido que es una experiencia que tiene mucho que ver con el azar porque, “nunca pensamos y nunca aprendemos lo que queremos sino lo que podemos después de que los azares de lo que nos pasa nos asalten” (BÁRCENA, 2012, 395). Sin embargo, para que esto pueda suceder, es necesario un ejercicio –fatigoso aunque al fin fructífero- de pasividad, o mejor, de receptividad que diría María Zambrano (2007), de hacerse disponible. No se trata tanto de comprender como de sentir, de saber de un modo corporal. Y no es algo que puedes “disponer a voluntad” ni que se deje desmenuzar argumentativamente; se trata, más bien, de una colocación simbólica, de un dejarse decir y escuchar lo que piensas y sientes, desde una conciencia de relación abierta y fluida.

Vivimos la investigación como una experiencia de relación porque la propia práctica de indagación nos compromete “de cuerpo entero”. En ella nos dejamos decir y al hacerlo nos exponemos, porque no sólo hay un reconocimiento a la maestra sino también un reconocimiento de nuestra necesidad y nuestra insuficiencia. Una aceptación, sincera, a despojarse de aquello que ya creemos saber. Mirar, y acoger, el saber experiencial de la maestra nos abre la posibilidad de pensar la práctica educativa como un acontecimiento nunca resuelto de encuentro con la alteridad. Pero este carácter de encuentro inédito en la relación educativa es algo que también nos da que pensar de la relación investigadora. Estando en relación de investigación con la maestra, con su práctica, con las criaturas… estamos también en relación con la pregunta naciente y la posibilidad de poner en juego nuestro saber, y no saber, como docentes para abrirnos al pensamiento pedagógico. Por eso “aprendemos con la maestra”, porque en relación con ella algo de nuestro hacer y de nuestro saber se mueve, se transforma.

Una segunda tensión, que ha resultado iluminadora, ha sido aprender la diferencia entre que una maestra te deje entrar en el aula y el abrir-se a la relación. Reconocer la discontinuidad y la distancia dada en ambos consentimientos nos dice mucho de la relación como encuentro inédito e imprevisible. No es lo mismo entrar en el aula que entrar en relación (ya sea en la relación educativa o en la relación investigadora). Por ello, si lo que nos mueve es “aprender de la maestra” hay que procurar un contexto de relación que no nos lleve a juzgarla ni a reducir el saber que pone en juego a un recopilar datos que trataremos de interpretar con posterioridad. Aprender de la maestra nos pide un trabajo previo para cultivar la disposición a la escucha, a la atención, a la apertura. Pero también exige de un trabajo posterior, que tiene que ver con dejar resonar lo vivido en “mí”. Esto es lo que andamos buscando; vivencias y situaciones que nos tocan, que nos interrogan y nos ayudan a profundizar en las cuestiones pedagógicas, en el sentido de lo educativo y de nuestro oficio. También por ello hablamos de un “pensar con”, o de un “investigar con”.

Pensar la investigación como una experiencia de relación nos hace poner en el centro el misterio de la relación y la centralidad de la misma en todo encuentro que sea realmente educativo. Como lo es, también, una relación investigadora. Es por ello, que reconocer la diferencia entre “dejar entrar en el aula” y “abrirse a la relación” (MOLINA, 2013), nos recuerda que no es posible comprender la experiencia de la maestra sin pasar, en el propio proceso de investigación, por la experiencia del encuentro con la otra.


Aprender a reconocer y nombrar los saberes que orientan la práctica educativa

Como venimos señalando, el proceso de investigación no lo hemos vivido como un modo de “recoger información” del que derivar hallazgos. Hemos procurado hacer y vivir el proceso de investigación como una experiencia en la que aprender algo sobre el oficio docente y sobre nosotras mismas como educadoras. Por ello, cada una de nosotras tiene una vivencia singular y va, también, poniendo en palabras aquello que ha vivido de modo singular. La elaboración que presentamos a continuación, sin embargo, es fruto de un pensar y conversar en relación donde recogemos algunos aspectos que han estado presentes, aunque no siempre del mismo modo, en la experiencia de cada una de nosotras. Así, traemos aquí algunas disposiciones y saberes que vamos aprendiendo a reconocer y nombrar, y que dan cuenta de la sutileza y de la complejidad que impregna el oficio docente. En este texto, recuperamos y hablamos de saberes relacionados con la escucha, la mirada y el cuerpo.


a) Ponerse a la escucha para dejarse decir

Sabemos que no hay relación pedagógica si no hay escucha; si no nos abrimos a lo que la otra, el otro, tienen que decirnos, a lo que traen consigo. Pues cada vida, cada criatura trae consigo dignidad y vulnerabilidad; y a veces otras cosas que nos gustan menos. Y sin embargo, toda vida es fuente de sabiduría, una forma de aprender a vincularnos con nosotras mismas y con los otros. Un aprender a descubrir y entender cómo albergar, cómo escuchar al otro dentro de sí (PÉREZ DE LARA, 2009).

Lo que vemos en estas maestras es esa disposición a la escucha, esa disposición primera que nos abre a la otra, al otro, desde la certeza de que nos hablan, cuando callan o cuando gritan. Que hablan con el movimiento, con el gesto, con la quietud, con el silencio… porque la palabra es sólo una de las vías del decir. Escuchar por dentro y por fuera de lo que se dice, eso es lo que vemos en las maestras, y eso es lo que nos da que pensar sobre el sentido educativo de la escucha.

Escuchar es una disposición, un estar ahí y un hacer lugar al otro y lo que el otro trae, para poder escuchar lo que se dice y lo que se calla. Lo que aparece y lo que se esconde. Lo que está y lo que aún se está gestando. Por eso, “la escucha es una llave maestra que abre un sinfín de puertas” (SIERRA, 2013,348), siempre –añade- que cuidemos y alimentemos el deseo de querer abrirlas. Porque ponerse a la escucha lleva consigo el dejarse decir.

Desde una perspectiva psicoanalítica, Mariflor Aguilar (2010) llama la atención sobre la falta de pensamiento en torno a la escucha. Se da por supuesto, dice, que sabemos escuchar, “como si se tratara de un don natural”. Pero no es así. Desde una perspectiva clínica como la de la autora, pero también desde la educativa, hay una tendencia fuerte a pensar la escucha poniendo la atención en la “información” obtenida en el proceso de escuchar, y que se puede concretar en un diagnóstico o en una evaluación. Pero esta práctica de escucha se convierte, con frecuencia, en un ejercicio de poder y la información que obtenemos de ella en un medio para “gobernar” la conducta de quien habla. Y así no hay apertura, ni atención, sino instrumentalización del otro al servicio de nuestros deseos o de nuestros intereses.

Lo que las maestras nos enseñan en su saber hacer, ser y estar en el aula, en relación con las criaturas, es que la escucha en tanto que experiencia de escuchar, es una alternativa distinta a la fuerza. Una alternativa que genera confianza nutriendo relaciones de autoridad, no de poder. En este acompañar a las maestras en su proceder, nos hacemos conscientes del tesoro y del riesgo que esta disposición trae consigo; porque abrirse al otro, a aquello que nos dice y sus significados nos lleva a cambiar nuestra posición: la de quien escucha. Y nos recuerda que salir de la escucha como una posición de poder es un reto educativo necesario que está en nuestras manos. Que podemos aprender y que podemos enseñar. Porque ponerse a la escucha, obedecer a lo que un oído y un corazón atento nos trae, es un camino necesario en la formación y en la práctica profesional. Que ir más allá de las dificultades y los obstáculos para escuchar es hacerse disponible en la relación, aceptando que la escucha es siempre, y primero, escucha de sí. Para aprender a cuestionar lo que sabemos e ir al fondo de las cosas; para no dar nada por supuesto y poder así mantener abiertas las preguntas fundamentales, y para saber que ni la escucha ni el aprendizaje de la escucha se alcanza para siempre.


b) Reconocer la singularidad atendiendo a la pluralidad

“Ver” a una criatura, a un joven, es reconocerlo en su singularidad. En lo que tiene de único, de irrepetible, de original. Reconocer lo que hay de nuevo en él, en ella, algo que no está en nadie más. Que nace en él o en ella como posibilidades inéditas, que antes no han existido y que traen la riqueza que cada quien aporta al mundo (RIVERA, 2012). Y lo que las maestras nos muestran es que reconocer la singularidad supone aceptar lo que cada criatura trae consigo, también como posibilidad. Y que ello es un requerimiento primero, algo necesario si lo que queremos es generar relaciones educativas, relaciones de autoridad.

Aquí, reconocer es acoger. Acoger lo que cada criatura es y trae consigo. Acoger en el sentido de servir de refugio, de ser albergue para alguien. Como educadoras, acogemos haciéndonos refugio para las criaturas, para las y los jóvenes, que es un modo de darse, de ofrecerse (SIERRA, 2008). La singularidad supone la experiencia de la alteridad, la irreductibilidad del otro. Exige renunciar a la tentación del bien para no ocupar el lugar del otro, para no confundir su deseo con el nuestro. Y pide de un “educar” la mirada, nuestra mirada, para desaprender lo que creíamos sabido, para no anteponer el diagnóstico al ser.

Reconocer la singularidad y acoger lo que cada quien trae es aceptar, también, lo que no nos gusta. Lo que nos confunde y lo que se nos resiste. Pero es este reconocimiento el que posibilita la aparición de “alguien” en el sentido arendtiano, pues sin nuestra mirada acogedora, el otro, la otra, sólo sería para nosotras un “algo”. Es nuestra mirada la que de un modo simbólico, pero muy real, crea a esa criatura. Es la mirada hacia la otra, el otro, la que delimita el marco de nuestra relación. Por eso, cuando nuestra mirada sostiene la carencia “vemos” al otro, a la otra, como incompetente, desde aquello que no sabe y que no es. Cuando nuestra mirada se sostiene en la esperanza y el amor, se crea un campo de relación y de posibilidades nuevo, distinto.

Acompañar el aprendizaje de las criaturas, acompañar educativamente, es estar cerca. Es sostener y orientar pero sin suplir. Es estar en compañía, estar junto a alguien sin con-fundirse, sin eliminar el espacio que nos separa y que es posibilidad de relación. No es sólo estar cerca físicamente, que también, sino “sentirse” cerca, dejarse afectar, con-mover por lo que la otra, el otro, nos trae.

Las maestras también nos han mostrado la necesidad de aprender a interrogar nuestra mirada. A preguntarnos cómo vemos a los otros y a nosotras mismas. Aprender a desempañar la mirada porque es inevitable que se empañe y es algo que sucede una y otra vez. Y en ello hay mucho del sentido de la responsabilidad pedagógica para acompañar –con realismo y amor- a las criaturas y a las y los jóvenes. Un realismo que procede de ver y acoger lo que existe, de aprender a leer la realidad sin ceder a la tentación de “inventarnos” al otro. Un amor que resiste al riesgo de crear “moldes” en los que nuestros estudiantes puedan y/o deban encajar. Reconocer la singularidad para abrirnos a la experiencia de la alteridad es lo que nos ayuda a cultivar esa disposición amorosa, cuidadora, esperanzada que da sentido a nuestra responsabilidad educativa.


c) Hacerse presente: la poética de la corporalidad

En el proceso de acompañar a las maestras nos hemos encontrado con la posibilidad de pensar la presencia (RODGERS y RAIDER-ROTH, 2006), pensar cómo la maestra va haciéndose presente para las criaturas y cómo ellas experimentan la presencia de la maestra. Y nos hemos encontrado con la posibilidad de profundizar en ello porque en el propio proceso de indagación nos dimos cuenta del riesgo que corríamos: observar el hacer de la maestra “reduciendo” el ser maestra a un hacer docente. Acompañar a las maestras nos ha ayudado a ver, a nombrar y a pensar aquello fundante y fundamental de la relación educativa: nuestra relación con la infancia y la juventud y la responsabilidad que asumimos en esa relación. Porque educar se hace siempre en relación. Esta verdad la hemos percibido incorporada en las maestras; como saber pero también como compromiso que se materializa en un modo de estar en el aula, en un modo de ser en relación con las criaturas y en relación con cada criatura. Un modo de estar y ser en el aula donde está presente la confianza y la esperanza en aquello que pueden llegar a ser. Porque, como señala Max van Manen (2004, 85), “el aspecto más importante de nuestra esperanza viva es una forma de ser con los niños. No es, antes que nada, lo que digamos o hagamos, sino una forma de estar presente para el niño”.

Estando con las maestras hemos observado que este hacerse presente para las niñas, con los niños, se relaciona -más allá de la forma singular de cada maestra- con un estar “en primera persona” ante ellas. Y que en este ponerse en juego en primera persona la palabra y el cuerpo (o la corporalidad) tienen un papel fundamental en todas ellas. Si la presencia tiene que ver con el ser ante, y en relación, con las criaturas hacerse presente es un modo de ponerse en juego en la relación y un modo de presentar la experiencia del mundo, de las representaciones culturales y sus recursos, del vivir o quizás mejor, de las formas particulares en que lo vivimos y lo expresamos. En este sentido, asegura Max van Manen (2004), la maestra no es sólo un ejemplo de conducta para las criaturas sino que en un sentido profundo es un ejemplo de formas posibles de ser. Y no sólo muestra rasgos de vida que merece la pena vivir, sino que trata de generar nuevas posibilidades en las criaturas o, como escribe José Contreras (2005, 349), “partir de lo que somos y tenemos, expresando aquellas cualidades y experiencias que nos dan densidad personal, porque eso es lo que ponemos en activo en una relación que quiere ser educativa, esto es, que quiere despertar en nuestros alumnos dimensiones propias y proporcionarles experiencias y saberes para su propio despliegue”.


Mirar a la escuela para vivificar el conocimiento pedagógico

El encuentro con las maestras ha producido en nosotras un movimiento interior y exterior a la vez, que nos ha ayudado a profundizar en lo que pasa y lo que nos pasa, en el desempeño del oficio docente en la Universidad.

La formalización y separación de los espacios educativos reglados ha dado lugar a una jerarquía cuyo nivel inferior es la educación infantil y cuya cúspide es la Universidad. Esta jerarquía ha ido disociando “el saber hacer” vinculado al ser, necesario e imprescindible en el oficio de educar criaturas, de un saber formalizado que desde y en la Universidad prescribe y “teoriza” los conocimientos disciplinares que lo legitiman. Esta organización piramidal tiene consecuencias negativas en los oficios que Mireille Cifali denomina “de lo humano”, porque ha desgajado de forma peligrosa el saber de la experiencia (un saber abierto al acontecimiento siempre vivo y en movimiento) de los saberes formalizados. Esta cuestión también tiene incidencia en el saber pedagógico que se trasmite a veces separado de los contextos de vida que lo alumbraron.

La experiencia vivida en las aulas de primaria y la resonancia que ha tenido en nosotras nos orienta a cultivar un saber abierto al acontecimiento que no reniega de los saberes disciplinares, pero que va más allá, porque en cada experiencia emerge algo nuevo para cada una y cada uno que transitan la relación educativa. Educar es una fuente de saber inagotable, un saber que tiene su origen en las primeras experiencias de relación entre las criaturas y sus madres (también los padres que están inmersos en esa relación) y que es un proceso siempre incierto aunque de una riqueza inagotable.

La palabra “oficio”, según Corominas (Breve diccionario etimológico de la lengua castellana) viene del latín “officium”, contracción de ofificium derivada de opifex, “artesano” a su vez compuesta de opus (obra) y facere (hacer). Hablar de oficio nos acerca a una “artesanía” que conecta todos los espacios educativos y abre el deseo de un saber encarnado en el ser. Nos invita a vivir los espacios educativos habitados como lugares para ser, para ir siendo desde la infancia hasta la edad adulta. Para ser /siendo, educadora/or, formadora aportando la experiencia de cada una para este oficio que es una artesanía del vivir. Este es un nexo común a todos los espacios educativos, un hilo conductor desde la primigenia experiencia educativa hasta la formación universitaria. Desde esta mirada, educar y formar tienen como núcleo el arte de la relación.

Hacer del aula universitaria un lugar para ser significa que la experiencia de relación que vivimos y compartimos nos ayuda a elaborar el “ser educadoras/es”. Esto nos ha llevado a generar una experiencia de relación en las aulas que facilita el cultivo de las cualidades educativas que hemos compartido con las maestras. Hacer del aula un lugar de encuentro es una filigrana delicada que trasforma los acontecimientos en saberes de sí y de la relación con la otra o el otro, dándoles un sentido educativo.

El estudio con las maestras nos deja ver con claridad que ser docentes/educadores es algo más que saber qué hacer y cómo hacerlo. Que la educación es siempre relación. Que es como lugar de relación, de encuentro con la otra y el otro, lo que le da posibilidad de ser a la educación. Lo que hace también de la pedagogía, asegura Elizabeth Ellsworth (2005), un asunto complicado, más complicado que comprometerse con un modelo pedagógico y/o satisfacer cualquier afán de atesorar conocimiento. Por ello hablamos en este texto de los saberes que sustentan el proceder de las maestras, que es un proceder creativo, abierto a la novedad de lo vivo. Se trata de un saber experiencial que por su propio origen, es decir, por estar cercano al vivir en una relación pensante con el acontecer de las cosas (MORTARI, 2002), es un saber inconcluso. A veces, un saber poco articulado, incluso algo desordenado; que reconoce sus contradicciones, sus dudas, sus vacíos… Pero son precisamente estas cualidades las que nos hablan de un actuar en primera persona, desde quién se es y no en representación de quien no se es (CONTRERAS, 2005). Nos hablan de la praxis del saber estar de las maestras que no renuncian a su competencia simbólica (PIUSSI, 2006). La praxis del saber estar ahí es compleja, siempre abierta a la creatividad, al aprender, al exponerse, al desaprender, al confiar en lo que se tiene, al aceptar lo que no se sabe, al arriesgar hacia lo desconocido, al hacer lugar a lo imprevisible y lo inaudito, al dejarse llevar sin miedo a perderse, al acompañar. Tiene algo de eso que llamamos “tocar de oído”, que requiere aceptar el presente y lo que está presente pero sin fundirse en él, sin cerrarse a él. Supone aceptar la imprecisión y lo impreciso. Y nos exige no tapar la práctica de la relación, pues es en la relación que nuestros límites y nuestros horizontes se nos hacen visibles y vivibles.

Traer la vida a la formación universitaria significa para nosotras, en relación con la experiencia vivida con las maestras, acoger los acontecimientos que nos suceden dentro y fuera del aula. Aprovechar todas las situaciones para que los y las estudiantes puedan pensar y pensarse en relación, atender a la riqueza de la pluralidad. No sin conflictos, pero que sean transitables. Saber quiénes tenemos delante y mantener el deseo vivo en la relación es el vínculo necesario para aventurarse a abrir la mente y el corazón. A menudo el estrecho margen de las instituciones reglamentan de qué se habla y de que no, reduciendo el campo a cuestiones muchas veces alejadas de las preocupaciones reales de quienes tenemos delante.

Esta experiencia vivida con las criaturas y las maestras nos ha inspirado para entender la dificultad de ese movimiento de encuentro con la palabra propia que pedimos a los y las estudiantes. Esa posibilidad de hablar desde sí, conectando el sentir, la palabra y el pensamiento es algo que intentamos cuidar. La transición desde una palabra desconectada a un intento de hablar desde sí va surgiendo en un movimiento que no es continuo. Cuesta abrir una conversación que vaya más allá de lo anecdótico, escuchar y escuchar-se, ir elaborando esos hilos que van a dar sentido a su lugar como educadoras. Comprometerse con sus palabras, cuidándolas y abrir sentidos nuevos. Volver de nuevo a la experiencia primigenia en que cuerpo y palabra se conectan.

También nos orienta hacia una epistemología compleja, que se apoya en el saber hacer que es un movimiento del pensar abierto al acontecimiento, que se inspira en los saberes de la experiencia y en los saberes constituidos de las disciplinas, pero creando algo inédito en cada situación, con cada persona, en cada relación educativa.

El estudio con las maestras nos está ayudando a profundizar la comprensión de la educación como relación viva e inconclusa. Algo que trae consigo la dificultad y la incertidumbre pero ante lo que no se actúa desde la oposición o desde la indiferencia. Y está siendo una oportunidad para poner la mirada en aquello que es bueno y que funciona en la escuela, de lo que vale la pena aprender; pero también, y sobre todo, una ocasión para alzar la mirada, para buscar la potencia, para reconocer los posibles lugares de creación, de invención. Pues más allá de captar cómo las maestras hacen posible en este contexto de cierta desolación que las “cosas” funcionen, lo interesante es atender al sustrato de la práctica que hace posible el placer de dar sentido a lo que se hace, inventando y recreando más allá de lo que viene dado. En este sentido, “atender lo que está presente”, requiere abrir un vacío para hacer posible que, sin negar lo que se impone, pueda ser desplazado del centro y hacer lugar a aquello que está presente y mueve la vida, la relación. Que nos invita a vivir la responsabilidad educativa que asumimos desde la dedicación y no desde la carga; desde el acontecimiento y no desde la repetición y el control; desde el deseo y no desde el deber ser o el deber hacer. Y aceptar esta implicación nos invita a reconocer y a custodiar la competencia, porque el camino no está exento de tensiones. Y nos invita a buscar vías practicables, para acercar ese saber a nuestras y nuestros estudiantes en la Universidad. Esas vías practicables que se abren a partir de lo que vamos aprendiendo del oficio docente pero, sobre todo, de cómo nos dejamos interpelar por esos aprendizajes en nuestra práctica docente.

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Datos de contacto
Nieves Blanco García. Dpto. de Didáctica y Organización Escolar. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga. Campus de Teatinos s/n, 29071 Málaga. Tfno. 952132 569. E-Mail: nblanco@uma.es

Mª Dolores Molina Galvañ. Dpt. de Didàctica i Organizatció Escolar. Facultat de Magisteri. Universitat de València. Avinguda dels Tarongers, 4, 46022 València. Tfno. 963 864 722. E-Mail: M.Dolores.Molina@uv.es

Asunción López Carretero. Dpt. de Didàctica i Organizatció Educativa. Facultat de Pedagogia. Universitat de Barcelona. Campus Mundet, Edifici Levant, 2ª planta, Passeig de la Vall d’Hebron, 171, 08035 Barcelona. Tfno. 934 035 059. E-Mail: asunción.lopez@ub.edu




(1) “El saber profesional de docentes en Educación Primaria y sus implicaciones en la formación inicial del profesorado: estudio de casos” (EDU2011-29732-C02-01), financiado por el MEC (2011-2015), dirigido por José Contreras Domingo de la Universidad de Barcelona.

Número 82 (29.1) de la rifop. Abril 2015. El compromiso de la investigación social en la construcción de otra escuela posible

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Publicamos en este post una versión post-print del artículo titulado "El compromiso de la investigación social en la construcción de otra escuela posible", cuya autoría corresponde Matías de Stéfano Barbero (CONICET - Universidad de Buenos Aires), Luis Puche Cabezas (Universidad Autónoma de Madrid) y José Ignacio Pichardo Galán (Universidad Complutense de Madrid).

Este artículo se publicará (tras una corrección final de pruebas, único trámite pendiente antes de su envío definitivo a imprenta) en el número 82 (29.1) abril 2015 de la Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado (RIFOP), formando parte de una monografía que lleva por título "Investigar para acompañar el cambio educativo y social. El papel de la universidad", que tiene su origen en el congreso organizado por la AUFOP y la Universidad de Cantabria que, bajo ese mismo título, se celebró en noviembre de 2014 en Santander.

El citado número monográfico ha sido coordinado por Adelina Calvo Salvador, Carlos Rodríguez-Hoyos e Ignacio Haya Salmón (Universidad de Cantabria).


El compromiso de la investigación social en la construcción de otra escuela posible.The commitment of social research to creating new school environments.
Matías de Stéfano Barbero. CONICET -  Universidad de Buenos Aires
Luis Puche Cabezas. Universidad Autónoma de Madrid

José Ignacio Pichardo Galán. Universidad Complutense de Madrid


Resumen
Este artículo recoge una serie de experiencias y reflexiones en torno a la investigación Diversidad y convivencia en los centros educativos llevada a cabo desde la Universidad Complutense de Madrid en 2013 y centrada en el análisis de buenas prácticas educativas en atención a la diversidad. Nos interrogamos acerca de cómo la elección de la metodología, el formato en el que se elaboran los resultados y su posterior difusión son decisiones fundamentales para que una investigación académica desarrolle todo su potencial de cambio social. En nuestro caso, la vertiente aplicada de la investigación ha estado orientada a analizar y visibilizar en el contexto escolar la diversidad sexual y familiar, así como diferentes identidades de género, haciendo de ellas una oportunidad educativa para el cambio hacia otra escuela posible.
Palabras clave: Investigación educativa; Investigación aplicada; Homofobia; Educación afectivo-sexual; Atención a la diversidad.

Abstract
This article describes and reflects on the study Diversity and integration in schools, conducted in 2013 by Universidad Complutense de Madridand focused on the analysis of best educational practices on the issue. We think about how methodological choices and dissemination formats are important decisions to make in order to bring academic research to its full potential for social change. In this case, we opted for and applied orientation when analyzing sexual, gender and family diversity at schools, making of it an educational opportunity for change towards more inclusive schools.
Key words: Educational Research; Applied research; Homophobia; Sexual Education; Attention to Diversity.

Introducción
La investigación Diversidad y Convivencia en los centros educativos (1) (a partir de aquí DyC) nace con el objetivo de dar respuesta a una persistente omisión en la investigación educativa producida en el Estado Español en los últimos años, cuyos análisis y reflexiones sobre el acoso escolar no han tenido apenas en cuenta, en general, la homofobia y la transfobia (2) como fuentes de discriminación en los centros educativos (DEFENSOR DEL PUEBLO y UNICEF, 2000; AVILÉS, 2003; SERRANO e IBORRA, 2005; MERINO, 2008 y ORTEGA, 2010).  Este hecho ha contribuido a la invisibilización de esta realidad y, por consiguiente, a la no actuación frente a ella: no se lucha contra las discriminaciones que no se perciben porque no se tiene conciencia de su existencia.
Precisamente por ello, venimos realizando desde 2004 una serie de estudios sobre esta cuestión en los que la interdisciplinariedad de los equipos de investigación y la vocación aplicada han sido dos elementos centrales (3). Profesionales de la antropología, la docencia, la psicología y la pedagogía, hemos trabajado conjuntamente para abordar el análisis de la diversidad sexual y familiar y de las identidades de género en los contextos educativos desde la perspectiva de las ciencias sociales. Esta trayectoria de investigación, en la que DyC se destaca como el proyecto de más reciente elaboración (finalizado a principios de 2014), ha sido posible gracias al apoyo de las asociaciones LGBT y al voluntariado de las personas que hemos participado en ella debido al difícil contexto en el que nos encontramos para realizar investigación social en las universidades públicas, más aún cuando nuestros objetos de estudio están marcados políticamente de forma significativa. En este sentido, DyC adquiere un especial interés al realizarse 8 años después de la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo en España y en un nuevo contexto político en el que se ha eliminado de los planes de estudios la asignatura Educación para la Ciudadanía y en el que las agresiones homófobas constituyen el principal motivo de las denuncias de delitos de odio (4). El Estado, por su parte, no ha prestado la debida atención a la homofobia como fuente de burlas, insultos, amenazas, exclusión o violencia física en los centros educativos, ni en el terreno de las políticas públicas ni en el de la investigación (5). Y ello pese a que, como veremos, la homofobia y la transfobia son dos de los principales motivos de malestar y violencia en los centros escolares del Estado Español.
En este marco social y universitario, la colaboración entre docentes en activo, activistas y científicos sociales en nuestros equipos de investigación nos ha llevado a concebir la investigación como una herramienta no solo de producción de conocimiento sino también de transformación social. Este artículo quiere dar cuenta de esta dimensión aplicada y de las herramientas metodológicas y de difusión que la han hecho posible.
Nuestro estudio confirma los resultados ya apuntados por investigaciones anteriores (PICHARDO, 2009; INJUVE, 2011): pese a que el alumnado que presenta actitudes abiertamente homófobas constituye una minoría, sigue imponiendo su ley en buena parte de las aulas y centros educativos al tiempo que existe una percepción generalizada de inacción (del profesorado y del resto del alumnado) ante las discriminaciones homófobas. Si bien el objetivo de este texto no es profundizar en los resultados de la investigación, sí que consideramos necesario señalar que, de acuerdo con nuestros datos, los principales motivos de acoso escolar se engloban en dos ámbitos: el del aspecto físico(donde el acoso se centra en el sobrepeso, en no encajar en los patrones de belleza y en menor medida en la higiene y el vestido) y el de la puesta en cuestión del sistema sexo-género (donde el acoso se centra en las personas que son o parecen lesbianas, gays o bisexuales, en chicos que tienen actitudes y prácticas socialmente consideradas femeninas y en las chicas que “salen con muchos chicos”). Por tanto, el género y la sexualidad se encuentran entre los principales motivos de discriminación dentro de la comunidad educativa. Con respecto al profesorado, observamos que existe una relación directa entre formación en diversidad e intervención educativa: cuanta más formación se recibe para abordar la diversidad sexual y familiar en las aulas, mayor y más constante es la actuación ante casos de homofobia y transfobia. Si pensamos en las medidas que sería necesario tomar de cara a un cambio de actitudes en el ámbito escolar, comprobamos que resulta indispensable trabajar a favor de la diversidad y la convivencia tanto con el profesorado y el personal de administración y servicios, como con las familias y el alumnado. De hecho, la familia, en primer lugar, y el alumnado, en segundo lugar, son los dos colectivos a los que más recurren en busca de apoyo los chicos y chicas que sufren acoso escolar. Es significativo, por último, que menos de un 5% de los estudiantes recurra al profesorado cuando está siendo víctima de acoso, un dato para la reflexión de quienes nos dedicamos a la docencia.
En las siguientes páginas se expondrán, en un primer apartado, algunos aspectos metodológicos que han sido claves en esta investigación y, en un segundo apartado, las implicaciones a efectos de difusión e incidencia social que se derivan del tipo de investigación aplicada (e implicada) que desarrollamos.
La importancia de la reflexión metodológica: convertir la dificultad en virtud
DyCse ha asentado en un proceso colectivo de toma de decisiones e innovaciones metodológicas que nos ha llevado a diseñar una investigación mixta, de carácter aplicado, en la que los componentes cuantitativos y los cualitativos, así como los elementos visuales y textuales, están en permanente diálogo. La dimensión cuantitativa ha incluido la recogida, a nivel estatal, de 3.236 cuestionarios respondidos por alumnado de secundaria y de 250 cuestionarios de profesorado de todos los niveles educativos.
Desde el inicio quisimos que el foco de atención no solo estuviera en las actitudes de estudiantes adolescentes ante la diversidad sexual sino también en las percepciones y comportamientos de los niños y las niñas. Por ello, decidimos incluir al alumnado de los niveles de infantil y primaria como sujetos de nuestro estudio, lo cual supuso un verdadero desafío metodológico. Dado que no era posible administrar cuestionarios a niños y niñas de estas edades (menores de 12 años), optamos por técnicas cualitativas adaptadas a las particularidades de la infancia: realizamos sesiones de observación participante en aulas de educación infantil y primaria, para lo cual pusimos en marcha un programa de talleres sobre diversidad corporal, afectiva y familiar (47 talleres en total impartidos en 6 centros diferentes de Sevilla y Madrid) en el transcurso de los cuales registrábamos los comportamientos, discursos y actitudes espontáneas de niños y niñas ante las cuestiones que se iban planteando por medio de narraciones e imágenes (6). Junto al análisis del discurso y los comportamientos, prestamos atención también a la expresión plástica de los niños y niñas, que al final de cada taller tenían tiempo para dibujar a sus familias y dialogar a través de esos dibujos con el equipo investigador. Tratamos así de resolver las dificultades que conlleva la investigación con población infantil, que tienen que ver sobre todo con el proceso de comunicación entre quien investiga y quien es investigado: dificultades en el establecimiento de una relación de confianza y dificultades en la utilización de un código común que pueden ser abordadas de forma exitosa desde el juego y la plástica más que desde los métodos clásicos de investigación (cuestionarios, entrevistas y observación participante) (GONZÁLEZ, 2011). De este modo, la investigación se entrelazó desde el inicio con la formación, ya que los talleres que sirvieron al equipo como vehículo para acceder a los datos etnográficos, supusieron para el alumnado y el profesorado presente en el aula una oportunidad educativa en materia de diversidad.
Pero la dimensión cualitativa no se circunscribió al trabajo en infantil y primaria. Además del diseño y recogida de los cuestionarios entre alumnado de secundaria y profesorado, realizamos a lo largo del trabajo de campo una serie de entrevistas en profundidad grabadas en video (7) que han servido de materia prima para un documental sobre el que hablaremos más adelante.
Estas distintas opciones metodológicas se traducen en diferentes resultados y tienen características que a su vez ofrecen desiguales impactos en la sociedad. Por un lado, los resultados cuantitativos, traducidos en valores numéricos, porcentajes y gráficos, hacen la información más accesible y favorecen el impacto de la investigación en un amplio abanico de la sociedad. Tanto los medios de comunicación como las asociaciones civiles agradecen este tipo de formato porque facilita su tarea de acercar a la sociedad los resultados de la investigación social en un lenguaje fácilmente digerible. Por su parte, los datos cualitativos dan lugar a una necesaria contextualización de los discursos y prácticas que viven estudiantes y docentes, otorgando profundidad de matices y abordando la singularidad de sus experiencias cotidianas. Aunque los resultados cualitativos presentados al modo clásico (etnografía, informe de investigación) requieren a priori de un mayor esfuerzo lector para ser asimilados, las herramientas de registro audiovisual nos han ayudado a presentar las conclusiones de la investigación de manera más atractiva para el gran público 88). 
Más allá del diseño metodológico, el equipo tuvo que hacer frente a algunas limitaciones derivadas del contexto de precariedad material en el que se desarrolló la investigación y que supusieron nuevos desafíos a resolver. Al comenzar con el trabajo de campo, y utilizando la metodología de la “bola de nieve” para acceder a los y las informantes, desde el equipo de investigación observamos dos dificultades. Por una parte, y dados los escasos recursos económicos e institucionales con los que contábamos, la muestra no podía ser considerada representativa estadísticamente ya que no teníamos acceso aleatorio a cualquier centro educativo. Por otra parte, y relacionado con lo anterior, observamos un sesgo importante en la muestra, ya que quienes aceptaban participar en la investigación facilitando la difusión de los cuestionarios en sus centros, eran docentes que contaban con una sensibilización previa sobre la diversidad sexual y familiar. Lejos de desanimarnos, estas dificultades fueron traducidas en una oportunidad para redefinir el estudio hacia un análisis de las “buenas prácticas” que el profesorado en activo estaba desarrollando en sus aulas en torno a la diversidad. En esta línea, las sesiones de observación participante realizadas durante los citados talleres en infantil y primaria nos permitieron detectar que en las aulas en las que se venían trabajando estas cuestiones, el alumnado estaba sensibilizado en mayor medida y contaba con recursos discursivos y actitudinales que mejoraban significativamente el ambiente de convivencia.
Desde la perspectiva de la investigación aplicada e implicada que hemos adoptado, entendemos que el análisis de las “buenas prácticas” del profesorado al abordar la diversidad sexual, familiar y las identidades de género en su desempeño profesional, aporta información, experiencias y herramientas que favorecen nuevas estrategias para el cambio social. Por “buenas prácticas” entendemos aquellas prácticas pedagógicas y actitudes que una parte del profesorado (y en ocasiones también una parte del alumnado) está movilizando para combatir la desigualdad y las distintas discriminaciones que se producen en el entorno escolar, haciendo de ellas una oportunidad educativa. Se trata, en definitiva, de la puesta en marcha de resistencias e innovaciones creativas para la construcción de otra escuela posible, que no deje fuera a  las personas LGBT como habitualmente ocurre cuando se habla de “atención a la diversidad”.
Los resultados de DyC muestran que los principales motivos que esgrime el profesorado para no actuar frente al acoso por homofobia en los centros educativos son los siguientes: el no saber cómo hacerlo, el no sentirse con la seguridad suficiente para ello y el temor a la reacción del centro, de los equipos directivos, de las familias o del alumnado. Es por ello que la visibilización a través de la investigación social de las innovaciones que el profesorado ya está poniendo en marcha para abordar estas cuestiones en el aula y frenar la discriminación por homofobia y transfobia, puede servir para favorecer su difusión y replicación, actuando como generadora de nuevos referentes educativos. Lo veremos a continuación.

Los outputs de la investigación y la difusión de resultados
“La propia difusión académica de resultados -no digamos otro tipo de difusión- crea impacto social porque ofrece datos, razones y fundamenta la opinión” (SAN ROMÁN, 2006, 395). Al igual que Teresa San Román, partimos de la base de que toda investigación implica una transformación (mayor o menor) del objeto estudiado. De hecho, consideramos que es deseable que así sea siempre y cuando la investigación rigurosa contribuya a una transformación en positivo del clima escolar de acuerdo con los principios de equidad en la educación, respeto por las diferencias y aceptación de la diversidad. Por ello, tanto en el proceso de recogida de datos como en la producción de los resultados y su difusión, hemos tratado de poner en valor esta vertiente aplicada y hemos establecido diversas estrategias para producir un impacto social emancipador y concientizador tanto para el profesorado como para el alumnado y sus familias.
En primer lugar, y respetando las convenciones de la cultura académica, hemos realizado un informe técnico en formato tradicional, en el que se ofrecen los resultados completos de nuestro trabajo (9)Sabemos hoy que el impacto efectivo de los resultados de la investigación social se ve limitado al realizar su difusión a través de extensos informes donde abunda el lenguaje académico. Es por ello que, además del informe, decidimos realizar un resumen de los resultados a modo de infografía, de una extensión de 12 páginas, en el que se ponen de relieve los aspectos más destacables con un lenguaje accesible y haciendo uso de distintos dispositivos gráficos (10). Teniendo en cuenta la falta de tiempo disponible de la que adolece el profesorado en activo, esta estrategia nos parece especialmente eficaz de cara a una difusión amplia de los resultados (11).
Google España, que financió nuestra investigación, nos solicitó al inicio de la misma que produjéramos un video animado de un máximo de 3 minutos de duración a modo de exposición de los principales resultados del estudio, una exigencia que –como veremos más adelante– ha terminado por convertirse en una excelente herramienta de comunicación y en un recurso educativo. La colaboración con esta empresa en nuestro proyecto ha supuesto un reto que nos ha exigido utilizar otros medios y lenguajes diferentes a los que estamos acostumbrados en el mundo académico pero que, al mismo tiempo, nos ha posibilitado expandir los límites de la difusión de resultados.
Por otro lado, la impronta de la antropología social en nuestro equipo de investigación ha implicado un compromiso permanente con las experiencias y necesidades de las personas que han participado en el proyecto; de ahí que hayamos realzado el valor de lo cualitativo y su poder como herramienta para el cambio social a lo largo de todo el proceso investigador. En esta línea, hemos realizado también un video de 18 minutos de duración en el que docentes y estudiantes de Madrid, Andalucía y Canarias narran sus experiencias en primera persona en torno a la diversidad sexual y a la identidad de género tal y como son vividas en sus centros escolares.
Este video documental sobre “buenas prácticas”, significativamente titulado “Diversidad y convivencia: una oportunidad educativa”, pretende visibilizar algunas de las estrategias pedagógicas y actitudinales que el profesorado está llevando a cabo para educar en diversidad: trabajar utilizando la inclusividad y la no presunción de heterosexualidad del alumnado; generar espacios de reconocimiento de las diversidades -que el alumnado agradece, por sentir, quizás por primera vez en su vida, que cuenta con un referente adulto que lo reconoce y le da visibilidad-; abordar las cuestiones de diversidad sexual y familiar con naturalidad; aplicar la transversalidad, incorporando la diversidad sexual y de identidades de género a lo largo de todo el currículum de modo que su abordaje no se circunscriba únicamente a actividades específicas o a gabinetes en los que se trata la cuestión de forma aislada del resto de la comunidad educativa. Todo el profesorado entrevistado coincide en que las mejoras en la convivencia en el aula se aprecian casi instantáneamente y en que las temidas resistencias por parte del alumnado, las familias y el claustro son mínimas. Incluso hemos recogido casos en los que el profesorado afirma haber recibido refuerzos positivos explícitos, en forma de comentarios y cartas, por parte del alumnado y de las familias cuando han decidido hablar sobre estas formas de diversidad en el aula.
Desde la perspectiva de una investigación implicada con la transformación social, la producción de datos y materiales no debería constituir la última fase del proceso investigador. Nuestro equipo ha hecho especial énfasis en promover la difusión de esos resultados y del material audiovisual producido. Esta tarea de difusión la hemos realizado de diversas formas: por medio de la publicación de los resultados en un blog de acceso abierto, por medio de la difusión personal vía e-mail a todas las personas que han participado en ella de forma activa, y también a través de charlas, talleres y conferencias que hemos impartido a lo largo de cuatro meses en los propios centros escolares participantes y en asociaciones LGBT, centros universitarios (Universidad Complutense de Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, Universidad de La Rioja, Universidad de Cantabria, y en las universidades argentinas de Buenos Aires, Córdoba y Mar del Plata), cursos y centros de formación del profesorado, sindicatos y en congresos nacionales e internacionales, jornadas y seminarios sobre antropología y educación en España, Argentina, Uruguay, Italia... Esta intensa labor de difusión se ha fundamentado en una serie de principios que consideramos irrenunciables para el tipo de investigación social con orientación pública que practicamos:
1)    El deber ético de devolución.  El compromiso con la realidad que estudiamos  implica no solo analizarla con fines científicos sino acercar los resultados de la  investigación a la población que participó en ella y reconocer la ayuda prestada (DEL OLMO, 2010). En el caso específico de los centros escolares que han colaborado en nuestra investigación, la devolución la hemos llevado a cabo por medio de una serie de charlas en las que algunos miembros del equipo de investigación presentábamos los resultados a los y las docentes de dichos centros y a los grupos de estudiantes de ESO y Bachillerato que en su momento habían contestado al cuestionario (en Madrid y en distintos municipios de las islas de Tenerife, Gran Canaria y La Palma). Para ello, se nos han cedido sesiones de tutoría con el alumnado y franjas horarias en las que todo el claustro estaba disponible (principalmente durante el tiempo del recreo) para presentar nuestras conclusiones al profesorado. En el caso específico del alumnado, esta devolución ha sido también una oportunidad para que accedan de primera mano a la lógica de la investigación social y al alcance que puede llegar a tener contestar a un cuestionario.
2)    La exigencia de traducción, adaptación y comprensibilidad. La presentación de los resultados ante distintas audiencias (estudiantes de ESO, activistas, docentes, investigadores) exige de manera significativa de una labor de adaptación del lenguaje en el que han sido formulados los resultados para hacer posible la adecuada comprensión de los mismos. El antropólogo Carlos Giménez se refiere a este ejercicio como un ejercicio de traducción encaminado a cumplir con “el reto crucial de la comunicación entre el/la antropólogo/a y los participantes en la experiencia; comunicación que debe ser lo más dialógica y efectiva posible” (GIMÉNEZ, 2012: 32). En nuestro caso, esto nos ha llevado a elaborar distintos formatos de presentación de resultados y a potenciar los elementos textuales o audiovisuales en función de cada audiencia y de los tiempos disponibles, con el objetivo último de que el proceso de difusión fuese también un proceso formativo, provechoso y transformador para las personas que participaban en él.
3)    La ruptura de la dicotomía investigación/aplicación. Como señalábamos más arriba, partimos de la base de que toda investigación lleva consigo algún tipo de aplicación y en lo posible conviene asegurarse de que sea una aplicación coherente con los objetivos de la investigación. Una de las formas más directas de aplicación con las que contamos como investigadores/as, y que además no requiere necesariamente de herramientas técnicas distintas a las que ya dominamos ni de formación específica, es la que tiene que ver con la difusión de nuestros resultados (ERIKSEN, 2006). Ocupándonos de ella en primera persona, facilitamos la correcta comprensión de nuestro trabajo por parte de las personas con las que hemos trabajado y podemos dejar el testigo a otras actrices y actores sociales para que desarrollen la intervención en sus respectivos campos de actuación (los docentes en sus actividades formativas, los y las estudiantes y las familias en su trato cotidiano con la diversidad). En este sentido, queremos destacar que un buen número de docentes (tanto de secundaria como de universidad) han afirmado que el material generado en la investigación, sobre todo los vídeos y la infografía, les resulta de utilidad para abordar la diversidad sexual y familiar en sus clases y que ha sido alentador conocer las experiencias de otros docentes recogidas por DyC para seguir adelante en la tarea de trabajar por el respeto a la diversidad en sus aulas. Es decir, que el material de investigación se ha convertido en un estímulo y en material didáctico en sí mismo.
4)    La labor de asesoría. Investigar sobre diversidad sexual, familiar e identidades de género en los centros escolares implica, en el contexto actual, convertirnos en depositarios de herramientas teóricas y orientaciones prácticas basadas en la evidencia que no son ampliamente conocidas, ni siquiera entre la comunidad educativa. Por ello, al difundir los resultados nos estamos situando automáticamente como asesores informales de las personas que nos escuchan, y hemos de estar preparados para ello. En la experiencia de DyChan sido varios los casos en los que se nos han acercado docentes para pedirnos consejo sobre situaciones concretas de gestión de la diversidad en el aula, o para demandarnos herramientas bibliográficas y didácticas para abordar el género y la sexualidad con sus estudiantes. Incluso un estudiante hizo uso de este “servicio” de asesoría informal y nos pidió orientación para afrontar un proceso de cambio de identidad y expresión de género en su propio centro educativo. En este punto, la potencialidad transformadora que conlleva toda investigación se materializa y adquiere pleno sentido.

Conclusión
La experiencia de investigación que aquí hemos desgranado muestra hasta qué punto la elección de una metodología de investigación y el formato en el que se elaboran los resultados no son tareas meramente académicas, del orden de la investigación, sino que son decisiones que afectan directamente al impacto que tendrán las investigaciones en las sociedades estudiadas (e incluso en otras). Podemos decir que ha sido sólo a través de la difusión de nuestra investigación que hemos llegado a la conclusión de que los materiales producto de ella han resultado ser considerados como material docente para trabajar la diversidad sexual y familiar y las identidades de género en los contextos educativos.
Así, consideramos que la tarea de difundir los resultados de investigación debe ser parte también del compromiso de la labor académica. Ésta, apoyándose en el activismo, puede contribuir a la transformación de la percepción de la diversidad sexual y familiar, haciendo de la investigación social una aliada en construir otra escuela posible junto con docentes, alumnado, familiares y autoridades. Confiamos entonces en que el presente artículo sirva también para dar una mayor visibilidad a los resultados de nuestro proyecto y que contribuya a la reflexión sobre las estrategias de investigación y difusión tanto en el mundo académico como en el de la educación y el activismo.
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(1) Esta investigación, coordinada desde el Departamento de Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid, ha contado con un equipo multidisciplinar formado por José Ignacio Pichardo Galán (Investigador principal y coordinador),  Matías de Stéfano Barbero, Mercedes Sánchez Sainz,  Luis Puche Cabezas,  Belén Molinuevo Puras y Octavio Moreno Cabrera. El informe final de resultados de la investigación y los materiales audiovisuales producidos en el marco de este proyecto pueden consultarse en el blog de difusión que hemos creado al efecto: http://presentacionidyc.blogspot.com.

(2) Llamamos homofobia a la actitud hostil respecto a la homosexualidad y hacia las personas homosexuales, bisexuales, transexuales y transgénero construida socialmente para mantener el sistema sexo género. La homofobia se dirige contra quien se salte los roles de género y/o la heteronormatividad. La transfobia sería un tipo específico de homofobia que se centra en aquellas personas que rompen específicamente con las normas de género y se comportan o identifican con un género diferente al asignado socialmente en su nacimiento (PICHARDO, 2012).

(3) El primero de ellos fue “Homofobia en el sistema educativo” (GENERELO y PICHARDO, 2006), un estudio multidisciplinar realizado a partir de encuestas y observación participante en la Comunidad de Madrid, que contó con el apoyo deCOGAM, el Colectivo de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales de Madrid. A continuación vinieron otros estudios como “Adolescentes ante la diversidad sexual. Homofobia en los centros educativos” (PICHARDO, 2009) realizado en Coslada (Madrid) y Maspalomas (Gran Canaria), que tuvo el apoyo de la FELGTB, y otras investigaciones sobre adolescentes LGBT que, sin centrarse específicamente en el ámbito escolar, incluían también su situación en contextos educativos (GENERELO, PICHARDO y GALOFRÉ, 2008; GARCHITORENA, 2009; GENERELO, 2012). Por último, se ha publicado en 2013 un estudio específico sobre adolescentes transexuales en el ámbito educativo (MORENO y PUCHE, 2013).

(4) El País, 17/07/2014. Disponible en: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/07/11/actualidad/1405071261_649617.html

(5) Solo en el año 2010, el Instituto de la Juventud encargó al CIS la primera investigación realizada con dinero público sobre la situación específica de los adolescentes y jóvenes LGBT. Tanto en la investigación cualitativa (Santoro, Gabriel y Conde, 2010) como en los resultados publicados del sondeo realizado con 1.411 entrevistas a jóvenes entre 15 y 29 años, se hace referencia a la educación como una de las preocupaciones más relevantes para este colectivo (INJUVE, 2011).

(6) Los talleres de infantil se basaban en el material de Familias de Colores, realizado por CCOO Enseñanza (http://www.ftpfe.ccoo.es/boletines/juv/FamiliasColores/#/1/) y en los talleres de primaria se utilizó también el cuento Todos se meten con Melmer (SÁNCHEZ, 2010).

(7) Se realizaron ocho entrevistas en distintos municipios de Sevilla, Cádiz y Madrid a docentes de infantil, primaria y secundaria, dos entrevistas a estudiantes de secundaria (una de ellas grupal) y una entrevista a una madre.

(8) Es significativo, en este sentido, el fuerte impacto que ha tenido la investigación en los medios de comunicación en España  (llegando incluso a aparecer reseñada en un diario en Argentina). Además, a día de la escritura de este texto, el video de presentación de resultados de la investigación cuenta con casi 20.000 reproducciones en Youtube (http://youtu.be/0dtbHwS94C0); el video documental con entrevistas al profesorado y sus experiencias abordando la diversidad sexual en los centros educativos, se acerca a las 10.000 reproducciones (http://youtu.be/mPxo-_cRtgg).

(9) Disponible en: http://goo.gl/n4U8Jp

(10) Disponible en: http://goo.gl/l3ny0m

(11) Este informe corto se utilizó, por ejemplo, para elaborar un artículo en la Revista Trabajadores de la Enseñanza, del sindicato Comisiones Obreras, con una tirada de 100.000 ejemplares.

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Datos de contacto

Matías de Stéfano Barbero (CONICET -Universidad de Buenos Aires). Correo electrónico: matiasdestefano@hotmail.com

Luis Puche Cabezas (Universidad Autónoma de Madrid). Correo electrónico: luis.puche@uam.es

José Ignacio Pichardo Galán(Universidad Complutense de Madrid). Correo electrónico: jipichardo@ucm.es

Número 82 (29.1) de la rifop. Abril 2015. El paisaje amenazante de la producción de conocimiento científico en educación bajo el capitalismo cognitivo

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Publicamos en este post una versión post-print del artículo titulado"El paisaje amenazante de la producción de conocimiento científico en educación bajo el capitalismo cognitivo", cuya autoría corresponde a Mar Rodríguez Romero (Universidade da Coruña).

Este artículo se publicará (tras una corrección final de pruebas, único trámite pendiente antes de su envío definitivo a imprenta) en el número 82 (29.1) abril 2015 de la Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado (RIFOP), formando parte de una monografía que lleva por título "Investigar para acompañar el cambio educativo y social. El papel de la universidad", que tiene su origen en el congreso organizado por la AUFOP y la Universidad de Cantabria que, bajo ese mismo título, se celebró en noviembre de 2014 en Santander.


El citado número monográfico ha sido coordinado por Adelina Calvo Salvador, Carlos Rodríguez-Hoyos e Ignacio Haya Salmón (Universidad de Cantabria).

El paisaje amenazante de la producción de conocimiento científico en educación bajo el capitalismo cognitivo
Mar Rodríguez Romero.
Universidade da Coruña

Resumen
El artículo analiza la tendencia hacia la mercantilización de la ciencia en la investigación en educación, mostrando su relación con las reformas educativas neoliberales y con las pretensiones absolutistas de la investigación “oficial”. El capitalismo cognitivo ampara las ansias del Estado por controlar la investigación en educación y la avaricia de las empresas del conocimiento. Espolea cambios restrictivos que desprecian formas bien asentadas de investigar, especialmente aquellas que hacen uso de metodologías cualitativas y silencian formas alternativas de ver el mundo y la educación, alejadas de los cánones positivistas y de las nuevas ideologías del capital humano.
Palabras claves: conocimiento científico, investigación en educación, reformas educativas, neoliberalismo, capitalismo cognitivo

The Threatening Landscape in the Production of Scientific Knowledge in Education under Cognitive Capitalism

Abstract
The paper analyzes the tendency towards commodification of science in educational research, revealing the links with neoliberal educational reforms and absolutist aims of “official” research. Cognitive capitalism increases the State´s eagerness to control educational research and the greed of knowledge enterprise. It spurs on restrictive changes that dismiss established research methodologies, such as those that employ qualitative approaches and, with them, alternative ways to see the world and education, distant from positivist canons and the new ideologies of human capital.
Key words: Scientific Knowledge, Educational Research, educational reforms, neoliberalims, cognitive capitalism

1.     El conocimiento entendido como la construcción de sistemas de orientación contingentes.
El conocimiento es el patrimonio más preciado de cualquier ser humano. Cuando una persona muere se extingue toda una biblioteca de experiencias y de imaginaciones. Una vida interior irreemplazable que hace que cada persona sea única y preciosa (WILSON, 2012, 251). Entonces el conocimiento es una pertenencia y, a la vez, una producción de cualquier ser humano. Esto puede sonar simple pero es reivindicativo, porque alude a la legitimidad de cualquier forma de conocimiento. Y supone reconocer que la elaboración de la cultura solo es posible gracias a la vasta cantidad de sueños y recuerdos de experiencias de toda una vida que almacenamos individualmente y que usamos para crear situaciones hipotéticas pasadas y futuras y, también, para sobreponernos a las adversidades del presente. Este bagaje cognitivo y afectivo es vital, no solo para cada persona, sino para la parte de la humanidad con la que lo compartimos.
El conocimiento puede visualizarse como un puente que construimos los seres humanos para unir la realidad, lo que percibimos, con la verdad, el sentido que le otorgamos. La acción de dar sentido a lo que percibimos es tan pronunciada entre los humanos que se ha configurado como un gesto clave de nuestra especie. La otra gran seña de identidad de la condición humana es la sociabilidad. Ambas han hecho que seamos la especie más exitosa en términos de supervivencia en el planeta Tierra, pero al mismo tiempo que nos hayamos convertido, en la amenaza más peligrosa para su existencia. Sociabilidad y “significatividad”, si se me permite la palabra, están íntimamente unidas.
El conocimiento nos proporciona sistemas de orientación en el mundo (ELIAS, 1994) que construimos, movilizados por la búsqueda de la felicidad. Entendida ésta, desde el punto de vista de la especie, como el mantenimiento de la supervivencia (HABERMAS, 1982). La búsqueda de esta felicidad está guiada por intereses cognitivos, es decir, formas de racionalizar el mundo que construyen sistemas de orientación contingentes que modelan tanto nuestras subjetividades como nuestras relaciones sociales (HABERMAS, 1982). Si son contingentes, no son independientes de las condiciones en que son producidos o creados ni de las personas que los producen. Lo que significa, que hemos construido unos sistemas de orientación pero podríamos haber construido otros. ¿Incluida la ciencia?

2.     La constitución del conocimiento científico, la investigación en educación y las reformas educativas neoliberales
La ciencia se nos ha presentado desde sus orígenes como la culminación del conocimiento humano. Al controlar su modo de producción, mediante procedimientos sistemáticos de análisis de la realidad, es decir, investigando, se nos ha asegurado que produce VERDAD. Y así se nos ha presentado como un sistema de orientación superior a los otros o, con otras palabras, como no contingente sino necesario. Esta supremacía cognitiva ha modelado distintivamente la percepción acerca de otras formas de conocer y de los grupos sociales o culturales que las producían y producen. Y también ha modelado nuestra percepción del mundo.
El heliocentrismo, en plena Edad Media, produjo un cambio de Era en occidente que influyó en todo el planeta. Como personas del siglo XXI puede parecernos un alivio pasar de creer que el mundo era plano, y se acababa en una gran catarata que se precipitaba al vacío, a tener constancia de la esferidad del mismo. Pero las personas que descubrieron y difundieron este nuevo sistema de orientación en el mundo sabían que tendría consecuencias dramáticas: costó la vida a Giordano Bruno por no renegar de este saber y trajo la humillación para Galileo por aceptar hacerlo. El heliocentrismo preparó a occidente para el reinado de la razón frente a la fe, inauguró la Era de la ciencia y legitimó y asentó las conquistas de otros mundos y el dramático proceso de colonización, que ya había tenido en el “descubrimiento de América” uno de sus hitos más importantes. Al mismo tiempo, cambió nuestra percepción del mundo; por ejemplo, con la parcelación geométrica del espacio geográfico usando paralelos y meridianos se impuso, a escala universal, una estructuración espacio-temporal específica, hecha a la medida de Occidente.
Con la autoridad de la razón, la ciencia pasó a considerarse la forma de producción de conocimiento superior y a constituirse como legitimadora del orden social y de la constitución de identidades que producía. La ciencia nos había salvado del miedo a morir al llegar al borde de la tierra, precipitándonos en el vacío, pero a cambio produjo un régimen de verdad que excluyó, silenció y menospreció otras formas de construir conocimiento y, por tanto, la posibilidad de dar sentido a alternativas al orden que se instauraba. Este nuevo orden de cosas, guiado por la racionalidad instrumental, ponía el conocimiento del mundo al servicio del progreso, como un avance imparable hacia cotas cada vez mayores de producción y de dominación de la naturaleza y de los otros, los subalternos (SPIVAK, 2003). Y aquí incluimos a las mujeres, a las personas pobres, discapacitadas, no blancas, no heterosexuales y, en general, a todos los grupos sociales al margen del ideal del hombre blanco occidental.
Según Goya, el sueño de la razón, equiparándolo a la locura, produce monstruos pero han sido los sueños totalizadores de la razón y de la ciencia los que han creado monstruosidades como las dos grandes guerras, la bomba atómica, el daño ambiental irreparable y la destrucción de diversidad cultural. Ese lado oscuro de la ciencia ilustrada es producto de los efectos contradictorios de su propio éxito (HABERMAS, 1986 en YOUNG, 1989). Apoyando sistemas de gestión social cada vez más regulados y estandarizados a través de la medicina, la educación, la industria, la industria bélica o los medios de comunicación ha encorsetado nuestra vida cotidiana y ha reducido el horizonte de nuestra esfera vital, robándonos la esperanza. Además ha trazado una línea divisoria para organizar el mundo de un modo abismal (DE SOUSA SANTOS, 2010). Contribuyendo así activamente a invisibilizar las formas de conocer y existir del lado opuesto al modo de conocer occidental de la razón instrumental, masculina y supuestamente universal.
Enfrentada a estas evidencias y asediada por procesos de crítica externa muy intensos, la ciencia ha tenido que encarar sus propias debilidades. Nadie debería negar ahora mismo que las reglas que otorgan validez a la ciencia no proceden de una autoridad trascendente, sino que son construidas a través del consenso de los expertos y, por tanto, son una creación de la propia ciencia. Si su legitimidad es interna su estatus de superioridad frente a otras formas de conocimiento es cuestionable (LYOTARD, 1997). Haciendo pública esta debilidad intrínseca de la ciencia ilustrada o positivista se abrió la agenda de investigación a otras maneras de producir conocimiento científico y a otras formas de ver el mundo.
En el ámbito de las ciencias sociales y específicamente en educación, los 80 marcan el comienzo de lo que se ha calificado tradicionalmente como la guerra entre paradigmas. Este enfrentamiento produjo el debilitamiento de la investigación cuantitativa, expresión en nuestro campo de la ciencia convencional o ilustrada y compañera privilegiada del paradigma positivista. Incapaz de responder a las críticas de los teóricos interpretativos y críticos y las teóricas feministas, a la expansión de la etnografía y a la fuerza de los análisis que aplicaban al estudio de la escuela las relaciones de poder y el capital cultural, haciendo visibles a los pobres, a las mujeres, a las personas no blancas, no heterosexuales y discapacitadas (DENZIN, 2008). Durante este periodo de debilidad se produjo la expansión de la investigación cualitativa y, con ella, la aparición de escuelas de pensamiento o paradigmas que hicieron visibles otras formas de preguntarse acerca del mundo social y de orientarnos en él, específicamente vinculadas a los grupos sin poder. A la par se pusieron en marcha dispositivos para definir formas alternativas de legitimidad científica, coherentes con las formas cualitativas de investigar, alejadas de los cánones hegemónicos basados en la neutralidad, la objetividad, el determinismo, la causalidad lineal y la representatividad.
A partir de los 90 y a lo largo del siglo XXI se constata una abundancia de producciones científicas de orientación cualitativa de muy variado signo epistemológico. Paradigmas críticos, postestructuralistas, feministas postestructurales, teoría queer, estudios de performance y poscolonialistas y decolonialistas hacen uso de esta perspectiva metodológica, que estimula y ampara lo que Lather (2006) celebra como la proliferación de paradigmas: la convivencia de formas múltiples y heterogéneas de producir conocimiento científico. Al reivindicar la aplicación de epistemologías alternativas, como esta autora hace, se impulsa la diseminación de formas diversas de orientarnos en el mundo y se honra a los grupos sociales y culturales que las producen.
El auge de lo cualitativo llevó a afirmar, en un exceso de optimismo, que las ciencias sociales habían dado un giro evidente hacia formas de investigación y de producción teórica más interpretativas, postestructuralistas y críticas (GUBA Y LINCON, 2005).
Sin embargo, la ciencia convencional llevaba tiempo gestando su vuelta y lo hacía poco después del comienzo del siglo XXI. Con regulaciones específicas, las instancias gubernamentales empezaron a invadir el ámbito de los métodos de investigación (LATHER, 2004). Apoyándose en los métodos experimentales y en los más recientes métodos mixtos, han justificado esta preferencia metodológica invocando los requerimientos pedagógicos y evaluativos de reformas educativas neoliberales como No Child left Behinden EEUU y la National Literacy Strategyy la National Numeracy Strategy en tierras británica. Con este modo de proceder, el Estado ha puesto en marcha una política de doble regulación: controlaba y controla la reforma educativa y la investigación en educación buscando su convergencia. El pretexto que se alega para instituir esta doble transformación es asegurar el éxito de los resultados de las reformas educativas, buscando “lo que funciona en educación” a través de las evidencias científicas proporcionadas por la investigación canónica (BIESTA, 2007). Rebautizada para la ocasión con una denominación que no esconde el cariz hegemónico de esta iniciativa gubernamental: investigación basada en la ciencia o basada en evidencias.
Este regreso triunfal de lo experimental en investigación en educación se había ido fraguando justo a partir de la guerra entre paradigmas, a través de un aparato institucional preparado para apuntalar el resurgimiento del postpositivismo (DENZIN, 2008). Por tanto, no es una casualidad que esta maniobra coincida con el apogeo del neoliberalismo, el postpositivismo y las políticas públicas basadas en las auditorías y la rendición de cuentas puestas en marcha por gobiernos neoconservadores y neoliberales, incluidos los socialdemócratas; ayudadas también por la expansión de los estudios de comparación del rendimiento y de las competencias realizados por organismos internacionales.
En Europa, la incursión gubernamental en estos ámbitos empieza a producirse con la Estrategia de Lisboa, en el 2000. Comienza la coordinación de las políticas públicas entre los países europeos en materia de Universidad e investigación para implantar la Economía Basada en el Conocimiento. A partir de esta iniciativa es apreciable la existencia de un nexo emergente entre estrategias y discursos en diferentes campos políticos de la UE que busca construir uno o varios vínculos sólidos entre los sistemas económicos y no económicos para mejorar la competitividad (FAIRCLOUGH y WODAK, 2009). El intento de hacer viables estos vínculos sólidos responde, parcialmente, al esfuerzo por resolver ciertas contradicciones del postfordismo (JESSOP, 2004 en FAIRCLOUGH y WODAK, 2009). Las que atañen particularmente a la investigación y a la educación superior se refieren a la creciente dependencia de la competitividad económica de ciertos factores extraeconómicos, incluida la educación, y a la contradicción entre el cálculo económico a corto plazo y las dinámicas a largo plazo propias de ciertos recursos y capacidades como el conocimiento y el aprendizaje que necesitan años para producirse. En la UE hay una ofensiva oficial, tanto discursiva como estratégica, para reconstruir las narrativas de la identidad europea, asegurando y legitimando, por una parte, la estandarización e implementación de nuevas políticas para combatir el desempleo y garantizar la competitividad y, por la otra, un nuevo conjunto de valores provenientes de las políticas neoliberales que incluyen la esencialización tanto de la globalización como de la competitividad como hechos casi naturalmente dados (FAIRCLOUGH y WODAK, 2009). Al amparo de esta ideología, disposiciones recientes, como la Education & Treaning2020, encapsulan la concepción de la educación, circunscribiéndola a los viejos conceptos de educación profesional y capacitación técnica, ahora, revestidos de una supuesta novedad apoyada en las tecnologías digitales y el espíritu emprendedor (NOVOA, 2013).

3.     El capitalismo cognitivo y el nuevo gobierno del conocimiento en educación
La economía basada en el conocimiento es el lema que se usa para espolear el paso del capitalismo informacional al capitalismo cognitivo. En este tipo de capitalismo, el motor de la producción de bienes es el conocimiento. Entendido como la creación de ideas, intangibles y bienes inmateriales que se concreta en productos como innovaciones, marcas, patentes, sistemas de organización, rutinas metodológicas, formas y métodos para resolver problemas y diseñar y gestionar procedimientos (RULLANI, 2004). Lo que se conoce como know how. Es el conocimiento con valor estratégico el que asegura la ventaja productiva. En este tipo de capitalismo, la propiedad intelectual tiene una dimensión estratégica a la altura de los postulados liberales clásicos de la seguridad y la propiedad privada y afecta a todos los sectores claves de todas las economías (RODRÍGUEZ y SÁNCHEZ, 2004, 18): “la alimentación y la salud por las patentes sobre la vida y sobre los fármacos; la educación por los procesos de privatización y por la vinculación de la investigación pública a las grandes compañías; el software y la red por las patentes sobre los métodos de programación y por la privatización de internet; los bienes culturales por la aplicación restrictiva y reactiva de los derechos de autor”.
Pero la producción inmaterial, estimulada por la capacidad de difusión de los medios digitales, plantea un grave problema para aquellos que quieren beneficiarse de ella: el control sobre su uso con fines comerciales. Este “fallo” se aborda de un modo bastante impositivo. Con la justificación de un uso racional del conocimiento, todo lo relacionado con la producción inmaterial de bienes de la sociedad se está regulando a través de disposiciones férreas sobre la propiedad intelectual (RULLANI, 2004). Así que, paradójicamente, la defensa de la creación intelectual viene acompañada de la modificación restrictiva de las leyes de propiedad intelectual, porque se blindan derechos de exclusividad sobre la producción y distribución de los bienes inmateriales (RODRÍGUEZ y SÁNCHEZ, 2004). Así, a través del ADPIC, Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio, que forman parte de los pactos que dan lugar a la Organización Mundial del Comercio (OMC,1994) lo que se hace es universalizar una manifestación extrema del derecho mercantil anglosajón (DE SOUSA SANTOS, 1999 en LANDER, 2005).
La producción científica se ve afectada de dos maneras radicales. Primera, financiando la investigación productiva, o sea, la que está encaminada hacia la creación de intangibles que tengan valor económico. Y, segunda, redefiniendo los derechos de propiedad intelectual para controlar el uso y difusión del conocimiento científico por parte de los patrocinadores de la investigación.
Este modo de actuar supone el abandono de la producción científica no productiva, por ejemplo, la de carácter especulativo y la imposición de métodos de investigación basados en evidencias, que aseguren la producción de conocimiento supuestamente estratégico. Esto implica una limitación considerable, porque la especulación está en el centro del proceso de análisis y de generación de conocimiento y recoge el papel clave de la curiosidad, la visión, la intuición y la imaginación. Precisamente el conocimiento que no procede de la experiencia y se basa en pensamientos divergentes es el que abre una nueva línea, una nueva perspectiva que moviliza el cambio (SOMEKH, 2007). Si la construcción social de las comunidades de investigación educativa ha estado ya dirigida hacia la conformidad, y no hacia la especulación transgresora, imaginemos cómo puede afectar a nuestro quehacer científico el dedicarse exclusivamente o preferentemente al conocimiento tecnológico (SOMEKH, 2007). Al restringir el conocimiento especulativo como parte de nuestras experiencias sobre la producción de conocimiento científico se reduce el ámbito de lo que nos permitimos investigar y se obstaculiza la posibilidad de cambio y de disidencia.
La restricción de los bienes intelectuales tiene como consecuencia que se nos impide gozar del valor añadido que supone el acceso ilimitado a la producción científica en términos de otras posibles creaciones científicas que pueden derivarse de ella o impidiendo que su socialización las incorpore al saber común dando lugar a nuevos usos y otras creaciones inmateriales (RODRÍGUEZ y SÁNCHEZ, 2004). Se merman, así, los recursos del dominio público y se restringe la materia prima para futuras innovaciones. Lo que se busca es someter la cooperación entre cerebros, de manera que se contribuye a la proletarización de una parte creciente de los trabajadores cognitivos (RODRÍGUEZ y SÁNCHEZ, 2004). También se produce una pérdida de dignidad profesional al exponer a los investigadores e investigadoras a prácticas no éticas o al borde de los límites éticos admitidos y socavar la independencia de su estatus académico (LANDER, 2005).
Estos intereses productivos también pueden observarse en la investigación educativa (BALL, 2009). No podemos ignorar el poder de las empresas de contenidos educativos, de las que gestionan las evaluaciones estandarizadas o la formación al profesorado de manera privada siguiendo las demandas gubernamentales: las edubusiness. Ni la influencia creciente que tienen en el sector educativo público fundaciones procedentes de bancos y grandes corporaciones variadas. De este modo se está configurando una nueva red de poder político en torno a la provisión de servicios educativos que con éxito nos empujan hacia la ideología del mercado libre (DUMAS y ANDERSON, 2014). Esta nueva gobernancia se extiende a través de Europa apoyada en los conocimientos transnacionales (BALL, 2010): un tipo de saber descontextualizado y aparentemente neutral que diseminan empresas, fundaciones y consorcios internacionales
Como Ball (2010) revela, se está creando un mercado ocupado en reformar el conocimiento y en gobernarlo de otro modo estimulado por las empresas del conocimiento, pero sobre todo promovido por el Estado que está empeñado en ensayar nuevos modos de regulación social diseminando narrativas sobre el conocimiento que introducen el mercado en los servicios públicos. Estas nuevas formas de regulación son genéricas, porque se aplican a cualquier forma de actividad organizativa y a cualquier forma de relación social y, por supuesto, están basadas en la racionalidad económica del mercado. Son también postpolíticas porque se presentan como productos del sentido común y no ideológicas, ni de derechas ni de izquierdas, ni estatales ni empresariales. En este escenario, los investigadores e investigadoras educativos, sobre todo los comprometidos con la complejidad, son privados de sus derechos o simplemente se les ignora. Esto perjudica a los académicos y académicas de todas clases y especialmente a los que no siguen las doctrinas oficiales, porque cada vez tienen más impedimentos para influir y manifestar su punto de vista sobre la reforma educativa (DUMAS y ANDERSON, 2014) .
Esta tendencia imparable hacia la mercantilización de la ciencia es más notoria en el campo de la medicina y la bioquímica desde donde se han importado diseños de investigación como el ensayo controlado aleatorio, que es el santo y seña metodológico de la investigación basada en la evidencia. Estos diseños de investigación implican planteamientos epistemológicos y metodológicos que denostan formas bien asentadas de investigar, como todas las que hacen uso de metodologías cualitativas y, con ellas, todas las epistemologías que las aplican para ampliar y complejizar nuestro conocimiento de la educación. Aplican postulados muy restrictivos para las ciencias sociales y, particularmente, para la investigación en educación y para la transformación genuina de la propia educación, porque limitan ambas al estrecho horizonte de ciertas metas prefijadas según agendas económicas y políticas vinculadas al capital (BALL, 2009).
Las nuevas entidades de conocimiento están especialmente interesadas en colonizar las fisuras abiertas en las organizaciones estatales por las críticas recibidas desde diversos sectores políticos, sociales y empresariales (BALL, 2010). Así, en la educación pública todo el discurso sobre su declive y sobre el fracaso escolar ofrece oportunidades privilegiadas para ensayar los, supuestamente nuevos, conocimientos prometidos por el sector privado. Del mismo modo, en la Universidad, las visiones populares que achacan al sector universitario inercia e irrelevancia son también terreno abonado para asentar su descalificación. La Universidad, tradicionalmente, ha contado con un espacio propio tanto para formar como para investigar que permitía que pudiéramos ir más allá de lo que pedían tanto estudiantes como sociedad (SOMEKH, 2007). Este margen de libertad hacía posible la diversidad y la versatilidad de pensamiento y la heterogenidad en la formación y en la investigación. La cultura de la mercantilización y del control obstaculizan este modo de actuar, deslegitiman la importancia de las formas no previstas, divergentes, transgresoras y disidentes de conocer, encorsetan la formación y la investigación para asegurar un éxito profesional y social imposible de predecir. Y, además, vienen acompañadas por nuevas formas de contratación y cambios en las condiciones de trabajo en la Universidad y en los Centros de Investigación que están limitando seriamente la erudición y la libertad de cátedra.
La interpretación «española» del capitalismo cognitivo se traduce en la precarización y en la reducción presupuestaria. La producción cognitiva está siendo sometida a una especie de asfixia que puede agotar las fuentes de cooperación intelectual (RODRÍGUEZ y SÁNCHEZ, 2004). Este proceso se observa en la creciente degradación del sistema educativo público, en el empobrecimiento y sometimiento de los nuevos trabajadores cognitivos -investigadores, docentes, programadores, creadores de todo tipo- y en la reducción de ciertas formas de renta básica como el sistema de becas a la enseñanza y la financiación de la investigación, que constituyen también formas de inversión en las fuentes de cooperación cognitiva y que actúan multiplicando los bienes inmateriales que luego aprovechan las empresas.

4.     La investigación basada en evidencias como un régimen de verdad
Con la colonización de la producción científica en educación por parte de la razón mercantilista se niega el valor del conocimiento científico complejo y del conocimiento disidente creado por la investigación independiente. La búsqueda “de lo que funciona en educación” es la justificación que se ofrece para impulsar el único modo de investigar que, según instancias oficiales y ciertas académicas, tiene legitimidad científica: la Investigación Basada en la Ciencia (SBR) mediante la aplicación de Ensayos Aleatorios Controlados (RANDOMISED CONTROL TRIAL; RCT). Desde un punto de vista epistemológico esto supone una vuelta a los principios de la racionalidad instrumental del positivismo clásico aderezados, esta vez, con el toque mercantilista del neoliberalismo actual.
Esta “resurrección” se produce sobre la base de una doble ignorancia. En primer lugar, se ignoran las debilidades intrínsecas, claramente fundamentadas, de este tipo de aproximaciones metodológicas y epistemológicas. Y, en segundo lugar, se olvidan los aciertos de las formas cualitativas de investigar, que han tenido un peso trascendental en la evolución de la investigación educativa (DENZIN, 2010). Es sorprendente que tras décadas de intensas y sofisticadas producciones desde la investigación cualitativa, ahora se descalifique como precientífico la mayoría del trabajo académico de la segunda mitad del siglo XX que es justo el espacio de investigación creado por los investigadores e investigadoras cualitativos, actuando como valedores de epistemologías alternativas (ST. PIERRE, 2006).
Si queremos aprender de la experiencia de otros, conviene escuchar el testimonio de académicas como St. Pierre (2006), profesora asociada de la Universidad de Georgia, que ha asistido a reuniones y foros de los grupos académicos que defienden la SBR en EEUU y, una vez perdida la ingenuidad inicial con la que se sorprendía ante los embates hegemónicos de estos grupos, se ha propuesto desvelar las maneras de hacer y de pensar de los adalides de esta clase de políticas del conocimiento, realizando un análisis genealógico. Desde su punto de vista, los olvidos de que hacen gala estos grupos ilustran una falta de conocimiento que no es inocente y una falta de sensibilidad intencionada hacia la violencia que emplean cuando anatemizan formas de investigación narrativas y producciones científicas procedentes del resto de las formaciones epistemológicas no canónicas.
Su estudio desvela el aparato jurídico, académico y político, así como los discursos y prácticas que produce, para instaurar el culto a la evidencia en investigación y definir lo que funciona en educación. De su trabajo puede concluirse que se está constituyendo un nuevo régimen de verdad que se sustenta en el absolutismo epistemológico del positivismo, las ansias de control y disciplina de la sociedad por parte de los gobiernos neoliberales y el beneficio económico que reportan las demandas estatales de evaluación, formación y gestión a las empresas privadas. Como Ball (2010) señalaba para el caso europeo, ella coincide en advertir, que se está creando una nueva industria de investigación sin vínculos con la Universidad que está implementando la clase de servicios que demanda el gobierno federal en EEUU. Parece claro que estas políticas de investigación se extienden desde Estados Unidos y Gran Bretaña por toda Europa.
Esta clase de “fraternidad científica” global resulta cuando menos grotesca porque reivindica la persecución de una ciencia supuestamente mejor, desentendiéndose o, mejor dicho, denigrando aportaciones de paradigmas alternativos. Esta actitud es una negación de principios fundamentales del propio desarrollo científico, puesto que las diversas culturas y paradigmas son expresiones de una empresa intelectual que las trasciende y cada una de ellas no es otra cosa que puntos de vista limitados social, histórica y estructuralmente (ODIFREDDI, 2007 en FORTUNATI, 2013).
Además, las reformas educativas que supuestamente se fundamentan en esta clase de investigación, se están implementando sin que existan pruebas sustanciales que justifiquen su pertinencia. Por el contrario, hay muestras de las consecuencias negativas que están produciendo en múltiples facetas: desmotivación del alumnado, desaliento y desempoderamiento del profesorado, desesperanza de las familias, etc. (DUMAS y ANDERSON, 2014).

5.     Conclusiones: Resistiendo la invisibilización de las formas narrativas de investigar en educación
Las ansias absolutistas en investigación educativa muestran la existencia de un déficit democrático (BIESTA, 2007). La pluralidad es un requisito imprescindible de la democracia aplicable también a la ciencia, por el papel que cumple ésta en la legitimación del orden social y de las prácticas simbólicas. Sin embargo hay una ofensiva absolutista evidente que, con estrategias de invisibilización similares a las aplicadas tradicionalmente desde Occidente a las epistemologías del Sur, intenta negar el valor científico de otras formas de investigar. De este modo, se está ampliando la frontera abismal (DE SOUSA SANTOS, 2010) para incluir en ella formas epistemológicas occidentales mediante tácticas de silenciamiento que amenazan territorios científicos hasta ahora a salvo.
 Este “nuevo” sistema de orientación en el mundo que está instaurándose sobre la base de la alianza entre reformas educativas neoliberales e Investigación Basada en la Evidencia es producto de un recrudecimiento de tendencias ya existentes que se están manifestando ahora de un modo voraz. Son impulsadas por la ambición de control y disciplinamiento del cuerpo social que tienen los gobiernos neoliberales, que se sirven de la reforma de la educación y del control de la investigación para expandir nuevas formas de regulación social organizadas en torno a la competitividad. Este sistema de orientación también se apoya en la codicia de los beneficios económicos que reportan a las empresas privadas las demandas estatales. Por tanto hay que cuestionar la promoción de unas reformas que no parecen ser las más apropiadas cuando pensamos en la mejora auténtica de la educación, ni en la contribución genuina de la investigación al cambio social y educativo.
Esta deriva absolutista que, más explícitamente en unos países que en otros, está marginando las formas narrativas y complejas de investigar y descartando, por protocientíficas, epistemologías bien asentadas que legitiman formas de orientarse en el mundo vinculadas a los grupos sin poder, nos obliga a preguntarnos por el sentido de la investigación que producimos y los modos de racionalidad que sostienen (HARDING, 1996).
El conocimiento que genera la investigación es una forma de conocimiento experto que inevitablemente participa en el proceso de construcción del mundo. Contribuyendo a su producción podemos colaborar, o no, con la formas dominantes de ver el mundo y la educación. También podemos contribuir a perpetuar, o no, los regímenes de verdad de nuestra propia comunidad de investigación. Reivindicar el espacio de la investigación compleja, disidente e indisciplinada, supone hacer honor al legado de las formas cualitativas de investigar que conciben la producción científica en educación como un proceso en sí mismo inacabado y cambiante, y cuyo valor reside en ofrecernos posibilidades inimaginables para producir contextos de investigación y educación no anticipados.

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Datos de contacto
Mª Mar Rodríguez Romero, Facultad de Ciencias de la Educación.  Universidad de La Coruña. Campus Elviña, 15071.mar.rromero@udc.es 




Número 82 (29.1) de la rifop. Abril 2015. Con motivo aparente. La universidad a debate

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Publicamos en este post una versión post-print del artículo titulado "Con motivo aparente. La universidad a debate", cuya autoría corresponde a Adelina Calvo Salvador, Carlos Rodríguez-Hoyos y Ignacio Haya Salmón (Universidad de Cantabria).

Este artículo se publicará (tras una corrección final de pruebas, único trámite pendiente antes de su envío definitivo a imprenta) en el número 82 (29.1) abril 2015 de la Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado (RIFOP), formando parte de una monografía que lleva por título "Investigar para acompañar el cambio educativo y social. El papel de la universidad", que tiene su origen en el congreso organizado por la AUFOP y la Universidad de Cantabria que, bajo ese mismo título, se celebró en noviembre de 2014 en Santander.

El citado número monográfico ha sido coordinado por Adelina Calvo Salvador, Carlos Rodríguez-Hoyos e Ignacio Haya Salmón (Universidad de Cantabria).


Con motivo aparente. La universidad a debate
Too many reasons. A debate on University
“La segmentación del saber y de sus públicos tiene que ver, también, con una estandarización de la producción cognitiva. Lo que parece alejarse respecto a sus contenidos, se asemeja en cuanto a sus procedimientos. La transversalidad ya no conecta experiencias sino modos de funcionar. Se trate de lo que se trate, la cuestión es que todo funciona igual. Tres ejemplos: la actividad académica, el mundo de la moda o el aparato mediático de la opinión. En los tres casos vemos una situación similar: la yuxtaposición de contenidos que funcionan bajo unos mismos parámetros y protocolos”.  Marina Garcés. Más allá del acceso: el problema de cómo relacionarse con el conocimiento (2015, 42)

Adelina Calvo Salvador
Carlos Rodríguez-Hoyos
Ignacio Haya Salmón
Universidad de Cantabria

Resumen
El artículo plantea una reflexión sobre la universidad, considerando cuales deben ser sus propósitos y tomando como referencia los argumentos que han esgrimido expertos y  gestores sobre los retos a los que ésta se enfrenta. Los cambios que se están viviendo en la institución no pueden entenderse sin tener en cuenta la centralidad de la economía del conocimiento y la introducción de la lógica mercantilista en la docencia, investigación y gestión. El artículo finaliza con algunas ideas sobre cómo construir otra universidad, más preocupada por buscar soluciones a los problemas de las personas y sociedades.

Palabras clave: universidad, economía del conocimiento, educación superior, mercantilización de la educación

Abstract
This paper reflects on the university, considering their purposes, taking into account some of the arguments raised by the experts and managers about the challenges it  has to cope with. The changes that are happening in the institution can not be understood without taking into account the centrality of the economy of knowledge and the introduction of mercantilist thought in teaching, research and burocracy. This article concludes with some ideas on how to build another university, more concerned with finding solutions to the problems of individuals and societies.

Keywords:university, economy of knowledge, higher education, marketization of education

Introducción. La necesidad de abrir un debate sobre la universidad
En 1954 Simone de Beauvoir publicó Los Mandarines, la novela con la que ganó el prestigioso premio Goncourt ese mismo año. Se trata de una obra de ficción que describe las aspiraciones y la vida personal y política de un grupo de intelectuales franceses (periodistas, escritores, psiquiatras) después de la II Guerra Mundial, momento en el que era necesario preguntarse hacia dónde iba Europa, cuál era el lugar que debía ocupar cada uno de los países en ella y qué papel estaban llamados a jugar los trabajadores de la cultura en ese convulso panorama.
En un escenario donde nada de lo que se había conocido hasta el momento parecía ya tener valor o significado, y donde todo estaba por venir, los personajes de esta novela, hombres y mujeres que viven de su trabajo intelectual, se interrogan a diario sobre el presente, tomando decisiones que les van posicionando entre el arriesgado espacio de la libertad, la incertidumbre y la independencia de quienes son, a la vez, juez y parte de las situaciones de injusticia social que se denuncian, y el cómodo lugar del intelectual que trabaja al servicio de un partido político o de los intereses económicos de la potencia mundial emergente que, en el marco de la novela, eran los Estados Unidos de Norteamérica.
Ha pasado más de medio siglo y las preguntas que encierra la novela de Simone de Beauvoir son hoy más que pertinentes. Al igual que hacían los personajes de aquella novela, Los Mandarines, es necesario interrogar al presente y hacer un análisis en primera persona que nos permita entender el sentido de nuestro trabajo en la universidad y con ello, también, el sentido de nuestra vida en común.
Recordando la crisis que ahora vive Europa, conviene echar la vista atrás para rescatar la reflexión que Ortega y Gasset ofrecía sobre la misión de la universidad, donde ponía de manifiesto que debemos preguntarnos sobre el papel de esta institución como motor de cambio social o, como diría el filósofo español, “como principio promotor de la historia europea”. Es, por tanto, tan importante como lo fue en otros momentos históricos, no abandonar en el  presente la reflexión sobre los objetivos que debe perseguir la universidad y que el filósofo concretó como institución formadora de profesionales, promotora de la ciencia y de los científicos y puerta de acceso a la cultura.
Si como se ha señalado, asistimos en estos momentos al final de la universidad moderna liberal (PETERS y OLSSEN, 2008), lo que conlleva necesariamente una modificación de las finalidades que debe perseguir dicha institución, de sus contribuciones a la sociedad, de sus planes de estudios, así como del papel que están llamados a jugar docentes/investigadores y estudiantes,  se torna imprescindible reflexionar sobre la universidad que queremos y, sobre todo, comprender cómo está cambiando la vida en ella de manera general, y nuestra vida académica en particular, hacia actividades cada vez más guiadas por el beneficio económico y menos por su valor formativo original.
Participar en esta discusión supone reconocer que la misma debe ser pública, es decir, de todos los sectores sociales, y no exclusiva de sectores financieros, empresariales y políticos. Una discusión que  debe tomar vida, con más importancia si cabe, en los espacios académicos que habitamos, ya sean de docencia, investigación o gestión, porque nuestras actividades en todos ellos contribuyen a construir una determinada institución, con unos valores y unos objetivos particulares.
Al mismo tiempo, la pregunta de fondo sobre cuál es el papel de la universidad en nuestra sociedad y cómo debe contribuir a solucionar los problemas sociales a los que nos enfrentamos, nos lleva a la necesaria recuperación de la vida universitaria como vida política, que se preocupa por lo que es de todas las personas, por lo que no tiene dueño. Ese es, precisamente, el valor de lo público, un valor que nos interpela a recuperar la universidad como una experiencia de lo común que se aleja de la lógica de la privatización que trata de imponer el mercado (GARCÍA RUÍZ, 2012).
Discutir sobre el papel de la universidad en la sociedad actual, invitando a diferentes agentes e instituciones a trabajar de forma conjunta en una estructura de red que favorece el intercambio y el enriquecimiento mutuo, supone ampliar la mirada y el espacio de actuación, invitando a los actores educativos a pensar qué educación superior e investigación queremos y para qué, más allá de las finalidades y propósitos que vienen dictados del exterior, ya sea por agentes económicos (cuyos intereses pasan en buena medida hoy desapercibidos bajo las acciones que desarrollan desde sus fundaciones y obras sociales), ya sea por agentes políticos que, a través de la creación de leyes y decretos, tratan de regular el mundo de la educación superior.
Supone, en definitiva, trabajar “con” frente al trabajar “sobre” que durante tantos años ha caracterizado a la actividad desarrollada desde las instituciones de educación superior. Requiere, además, reflexionar sobre qué tipo de investigación queremos y para qué, más allá de los trabajos académicos que, durante los últimos años, están siendo apoyados por parte de las instituciones responsables de la política universitaria y que, avalados por el discurso de la calidad científica, silencian líneas de trabajo y estrategias metodológicas divergentes que tradicionalmente han posibilitado la transformación y la mejora en diferentes contextos sociales, políticos y educativos.
Este artículo trata, así, de proponer unas reflexiones que nos ayuden a iniciar un camino que necesariamente debe ser recorrido junto con otros profesionales e instituciones y que supone la creación de una identidad colectiva que debe facilitar la transformación personal, institucional y social en el horizonte de una educación y de una sociedad más participativa y democrática. Participación y democracia que deben ser leídas aquí en su genuino sentido de tomar partido en algo y pertenecer a un proyecto colectivo.

Los cambios que necesita la universidad española. Los argumentos de docentes, investigadores y gestores
Durante el mes de diciembre de 2014 el diario El País publicó un conjunto de reportajes, tribunas y foros que bajo el título “La Universidad a examen” invitaba a un grupo de académicos y gestores a pensar sobre la universidad que tenemos, sus virtudes y sus principales problemas, y la que podríamos tener si los poderes públicos comenzaran una política activa para introducir algunas mejoras en la institución.
El debate se organizó en torno a grandes tópicos como cuál debía ser el futuro de la universidad, cómo debía financiarse, cómo debía desarrollarse la enseñanza, el problema de la endogamia y, finalmente, el de la calidad del sistema universitario. Los argumentos esgrimidos bajo cada una de estas categorías fueron diversos y mostraban, a veces de una forma más evidente y otras de una forma más velada, el tipo de universidad a la que aspiraba cada columnista o colaborador, situándose en diferentes posturas en relación a cuál debe ser la función social de la universidad, quién debe financiarla y cómo, qué avances se han dado en materia de enseñanza y cuáles están por llegar, en qué medida la endogamia es un problema en la universidad española y cómo ésta puede limitar la internacionalización de la institución en un mundo cada vez más globalizado, qué papel debe jugar en todo ello la movilidad del profesorado y cómo puede o debe medirse la calidad del sistema universitario. Esto ultimo conlleva, parece que de forma irremediable,  una política de rendición de cuentas y una comparación entre centros y países que permite identificar la posición de las universidades españolas en los diferentes rankings internacionales.
Pese a la existencia de un cierto debate en nuestra sociedad en relación a la institución universitaria, un debate que debe mantenerse vivo, en contacto con la realidad de la propia institución, que ha de construirse con voces divergentes, actualizarse en todo momento y que no deberíamos dar nunca por finalizado,  llama poderosamente la atención que el gobierno de la nación apruebe de manera apresurada, como ya es costumbre últimamente en nuestro país, una nueva reforma en la universidad que propone la implantación de los estudios de Grado de tres años y de los estudios de Posgrado de dos (conocida como 3+2). Una reforma que dedica un único y escueto párrafo a su justificación, argumentando que este cambio conlleva la homogenización de la duración de los estudios de Grado y Máster en nuestro país, acorde con lo realizado en otros países europeos, lo que a su vez garantiza la internacionalización de los estudiantes que hayan finalizado sus titulaciones en el marco del Espacio Europeo de Educación Superior. Sin embargo y como demuestran los estudios comparativos a nivel europeo desarrollados por EURYDICE (2012), no existe un único modelo para la estructura de los estudios universitarios en los países de nuestro entorno, coexistiendo estudios de primer ciclo (estudios de Grado) de 180 créditos (de una duración de tres años) con los de 240 créditos (de cuatro años).
Por otro lado, aunque en el texto legal no se aprecian argumentos que sustenten este cambio y que, por tanto, podamos analizar, no es difícil ver la consonancia de esta reforma con la política de recortes en los servicios públicos y, con ello, en el Estado de Bienestar, que han caracterizado las decisiones adoptadas en diferentes materias por el actual gobierno. Esta reforma es,  por lo tanto, una pieza más en el juego de la progresiva retirada de financiación pública de la universidad, como ya se ha hecho patente de forma clara a través del drástico descenso en la financiación de la investigación en nuestro país (becas, institutos de investigación, programas, convocatorias, etc.) y del aumento de las acciones dirigidas a promocionar la creación de centros universitarios privados (MICHAVILA, 2012).
Al mismo tiempo, no es tampoco difícil  prever el impacto negativo que esta reforma va a tener en relación al acceso a la educación superior de las personas y colectivos más desfavorecidos y con menos recursos. Al recortarse el período de su primera formación, la del Grado, y ser mucho más cara la de Posgrado, el acceso a ese tipo de formación puede resultar mucho más complicado para aquellas personas que tengan más dificultades económicas. Tampoco debemos olvidar que es precisamente en la oferta de los Másteres donde las universidades privadas toman un mayor protagonismo, dado que es éste uno de sus principales ámbitos de actividad, muchas veces vinculando este tipo de estudios a una rápida inserción en el mercado laboral. Paralelamente, esta reforma tendrá también un claro impacto negativo entre el profesorado, sobre todo en los sectores más vulnerables, más jóvenes y/o que tienen un contrato más precario (DÍEZ GUTIÉRREZ, 2015).

Entre el conocimiento útil y el conocimiento inútil. ¿Qué hacemos en la universidad?
Comprender los cambios que acontecen en la actualidad en el marco de la universidad requiere pensar en cómo está afectando la evolución del capitalismo a la forma que tenemos de entender la educación, la investigación y la gestión, a las finalidades que estas actividades deben perseguir y a qué utilidad deben responder sus planes de estudio. Se entiende, así, que las instituciones de educación superior juegan ahora un nuevo rol en el marco de la denominada economía del conocimiento donde, como su nombre indica, éste es un elemento central de la economía. En este sentido, las actividades universitarias (académicas y científicas) están ahora llamadas a mejorar la productividad de los países, a promover la innovación tecnológica y a mejorar la empleabilidad de los futuros titulados.
Este escenario general ha supuesto una silenciosa reforma de los estudios universitarios que influye progresivamente en todos los actores y actividades de la institución. En el centro de esta nueva concepción de la universidad se articulan procesos encaminados a estrechar sus vínculos con el sector empresarial, reduciendo el positivo impacto de la actividad académica e investigadora a un único aspecto de nuestra sociedad, el monetario, que se dirige a crear una riqueza y unos beneficios económicos que, paradójicamente, cada vez se van concentrando en menos manos.
Un primer elemento que se ve afectado por esta sobreorientación economicista de la educación terciaria son los planes de estudios, es decir, lo que se debe o no estudiar en la universidad. Esto ha supuesto una clara instrumentalización del conocimiento que sólo se considera útil si permite obtener un rápido beneficio económico. Así, los estudios universitarios tienden progresivamente a una especialización reduccionista y mal entendida y dejan al margen los saberes humanísticos, la literatura, el arte, la cultura, etc., es decir, todo aquello que permite a los seres humanos tener una visión compleja del mundo, comprender la diferencia y la diversidad como un valor entre las personas y los grupos culturales, acceder a otras realidades y a otros relatos y, en definitiva, vivir una vida más rica intelectual y políticamente hablando, a través del ejercicio de la crítica y de la democracia (NUSSBAUM, 2010). Se trata de privilegiar la profesionalización de todos los estudios, entendiendo como tal el desarrollo de las competencias técnicas de cada oficio que deja en un segundo plano “una formación cultural más amplia, capaz de animar a los alumnos a cultivar su espíritu con autonomía y dar libre curso a su curiositas” (ORDINE, 2013, 81).
Esta forma de entender la utilidad de la educación superior casi estrictamente en términos mercantiles tiene evidentes efectos, también, en la docencia universitaria, en la investigación y en la vocación de servicio de la institución (su obligación de atender los intereses de la comunidad), así como en la identidad de docentes y estudiantes.
En este sentido, además de orientar la docencia universitaria hacia el aprendizaje de las ya comentadas competencias profesionales sin tener en cuenta los saberes humanísticos, se aprecia una clara tendencia que trata de especializar a los centros universitarios y sus profesionales, bien  en la docencia, bien en la investigación o en la gestión. Bajo esta lógica, se entiende que docencia e investigación son dos tareas completamente diferentes, con objetivos distintos y con diferente estatus académico y social, dado que su repercusión en la sociedad es también distinta. Se perciben más como actividades en conflicto que como complementarias (DILL, 2008). Pese a todo, y a la vez, ambas actividades parecen estar cada vez más fuertemente influidas y orientadas por la lógica del beneficio. La universidad se configura como una institución ideológica y éticamente cada vez más constreñida, en tanto que investiga sobre aquello que es importante para quien puede beneficiarse de cierto impacto, en términos exclusivamente económicos, del conocimiento que genera (BARNETT, 2011).
La investigación, una determinada forma de hacer investigación con una vinculación directa con el sector empresarial y una clara dimensión aplicada, se considera la actividad más importante de los centros universitarios. Son este tipo de instituciones las que están llamadas a ocupar  los primeros puestos en los rankings internacionales y a atraer una gran cantidad de recursos y apoyos, la mayoría de ellos provenientes de fondos privados. Bajo un estricto sistema de valoración de resultados, en estas instituciones sus profesionales viven como una actividad completamente secundaria, cuando no inexistente, la docencia, y el desarrollo de la función de servicio a la comunidad se entiende en exclusiva ligado a las relaciones empresariales y de consumo (MACFARLANE, 2008).
Si bien los profesionales de la universidad se perciben formando parte de comunidades de investigación, no ocurre lo mismo en el ámbito de la docencia, que parece vivirse más bien como una tarea individual y privada, lo que dificulta la creación de espacios destinados a  debatir en torno a las tareas docentes para promover su mejora (DILL, 2008). Seguramente los sistemas de evaluación de la docencia que existen en las universidades españolas no ayudan demasiado a ello, pues como procesos exclusivamente externos y cuantitativos, dan muy poca información sobre cómo mejorar el proceso. Sin embargo, sí permiten, de nuevo, traducir las complejas tareas docentes en números y establecer comparaciones entre docentes, titulaciones y universidades.
Fuertemente influenciados por una clara lógica competitiva y bajo las presiones de las evaluaciones externas que, con sus indicadores miden y jerarquizan resultados (en investigación y docencia), los profesores/investigadores se comprometen cada vez menos con tareas vinculadas a la gestión y al gobierno colectivo de los centros. La actividad de servicio queda en un segundo plano y no se percibe como una obligación más del trabajo académico, que permite cambiar el punto de vista profesional y aprender cosas nuevas, sino más bien como una actividad que quita tiempo para el resto de tareas que son mensurables y que sí cuentan en la carrera profesional (MACFARLANE, 2008).
En este escenario, los docentes/investigadores deben decidir cómo vivir su vida académica y desarrollar su identidad profesional. Ésta puede desarrollarse, con múltiples matices, entre los dos grandes polos que hemos dibujado aquí. Puede estar centrada, en exclusiva, en desarrollar una carrera académica de carácter individualista, de espaldas a las necesidades sociales pero de cara a la lógica empresarial y a los sistemas externos de evaluación de la investigación, donde sólo un grupo de “expertos” decide qué puede considerarse o no ciencia (en virtud de sus posibilidades de decidir qué artículos se publican, qué proyectos de investigación se conceden, qué temas son prioritarios investigar, etc.). O bien, como alternativa a lo anterior, puede tomar conciencia del papel que tiene en este “juego del capitalismo” y realizar un ejercicio crítico frente a la lógica del rendimiento académico/investigador bajo criterios exclusivamente monetarios y cuantitativos, tratando de entender la realidad de forma más amplia y contribuyendo a la creación de una verdadera comunidad de investigadores y docentes que trabajan por un fin común, la mejora de las sociedades. Además, no conviene olvidar que cuestiones como la edad, el género, la clase social o el tipo de vinculación con la institución juegan un importante papel en este escenario.
 Por último, pero no por ello menos importante, la lógica del mercado en la educación universitaria afecta a las identidades de los estudiantes y a las experiencias que viven y que esperan tener en la universidad. En este sentido, la estructura de los propios planes de estudio, organizados en materias exclusivamente cuatrimestrales, genera una relación con el conocimiento de corta duración, superficial y cercana a la lógica consumista. Según han señalado algunas investigaciones, la implantación del plan Bolonia (o la lectura que de él han hecho algunas universidades) no ha mejorado necesariamente esta situación, al aumentar la exigencia del trabajo académico para los estudiantes, el número de los trabajos de aula y de las actividades presenciales a realizar, pero sin modificar su relación con el conocimiento (LLORET y MIR, 2007; FLORIDO, JIMÉNEZ y PERDIGUERO, 2012).  Así, los estudiantes pasan por la universidad deprisa, con una vivencia acelerada y productivista del tiempo, centrando sus esfuerzos en superar una materia tras otra, para olvidar rápidamente lo que estudiaron. Exigen de la institución conocimientos útiles, aplicados, cercanos a lo que demanda el mundo empresarial y el mercado de trabajo. Esta tendencia se acentúa todavía más en aquellos casos en los que los jóvenes han pedido un préstamo para poder cursar estudios universitarios (PETERS y OLSSEN, 2008). Como ha señalado Nuccio Ordine (2013) cuando la universidad se ve irremediablemente unida a la lógica de la empresa, los estudiantes se convierten en clientes.
En definitiva, todo parece indicar que la política de la universidad, su currículum, su cultura y sus prácticas están imbuidos de una lógica instrumentalista que trata de poner el conocimiento, la docencia y la investigación al servicio de fines económicos externos. Todo ello influye en nuestras posibilidades a la hora de ejercer el oficio docente/investigador. En palabras de Anna M. Piussi (2010, 35):

“Si estoy delante de una pequeña multitud de jóvenes que se representan y autorrepresentan como clientes en serie de la empresa-universidad, dispuestos a consumir trocitos de saber desvinculados y rápidamente olvidados, a reivindicar sus derechos tarados sobre la contabilización del tiempo, los exámenes y las notas, a atravesar apresuradamente el espacio-tiempo universitarios llegados de otro lugar y dirigiéndose a otro mucho más interesante, yo no soy profesora”.

Otra forma de estar y de hacer universidad
En el actual escenario universitario, donde cada vez se viven más presiones por aumentar la productividad docente/investigadora y se intentan introducir formas de gestionar la institución menos democráticas y más gerencialistas, son muchos los grupos de docentes, investigadores y estudiantes que, con una relación más o menos estrecha con su comunidad, reinventan diariamente la universidad, haciendo de ella un lugar menos competitivo, más colaborador, más rico y desafiante intelectualmente hablando. En esos espacios se desarrollan unas prácticas que reconocen la importancia de la creación colectiva de otra cultura universitaria que conlleva, también, otra ética académica. Es de algunas de estas experiencias de donde podemos derivar una suerte de catálogo de preguntas para ayudar a la creación de una universidad que sabe que tiene que prestar un importante servicio a la comunidad, contribuyendo, como institución pública, a la creación de una sociedad inclusiva, democrática y cívica (MACFARLANE, 2008).

Pregunta 1. ¿Qué tipo de educación debe ofrecer la universidad?
Como hemos analizado hasta el momento, en consonancia con otros cambios políticos, económicos y sociales, y en concordancia también con lo que está ocurriendo en otros niveles del sistema educativo, la formación universitaria parece estar dirigida en exceso al crecimiento económico, en vez de orientarse hacia el desarrollo humano (NUSSBAUM, 2010). Y es precisamente desde este amplio concepto de desarrollo humano y del fortalecimiento de las sociedades democráticas, aquellas que son capaces de hacer frente de forma colaborativa a los problemas que viven las personas,  desde donde debemos repensar la educación superior atendiendo a las posibilidades que ofrecen las humanidades y las artes como formas de expresión de la libertad de los seres humanos. Ellas permiten el acceso a nuevos relatos y experiencias y con ellas, nuestro mundo es más rico y se llena de nuevas posibilidades. 
El papel de la educación superior en el ejercicio y formación de ciudadanos en un mundo global es crucial y debe tratar de prevenir situaciones en las que los seres humanos se comporten mal y ejerzan violencia hacia otros grupos o personas, instrumentalizando a otros para sus propios fines. Esto ocurre cuando se dan tres circunstancias: cuando no nos sentimos responsables de nuestros actos; cuando nadie manifiesta una opinión crítica y cuando los seres sobre los que se ejerce poder son deshumanizados y pierden su individualidad (NAUSBBAUM, 2010). Teniendo en cuenta estos tres principios, la educación universitaria debería ayudar a los jóvenes a la creación de un pensamiento complejo y relacional que rompa las rejas invisibles del conocimiento especializado y parcializado, aquel que no tiene en cuenta las condiciones en las que dicho conocimiento se ha creado, ni las consecuencias que éste pueda tener para los diferentes grupos humanos. Para conseguirlo, debemos repensar no solamente los saberes que se ponen en juego en la universidad sino también, las metodologías docentes que utilizamos, las formas de evaluación y nuestra forma de relacionarnos con el conocimiento (como docentes/investigadores y estudiantes).

Pregunta 2. ¿Qué papel deben jugar los estudiantes?
Repensar la universidad y tratar de vivirla de otro modo supone reflexionar junto con los estudiantes sobre el tipo de educación/investigación/gestión que la institución debe promover, teniendo como horizonte el desarrollo de una sociedad más justa y democrática. Trabajar con los jóvenes creando un espacio más horizontal desde el que compartir, dialogar y desarrollar un pensamiento crítico supone reconsiderar nuestra identidad como docentes/investigadores y la de los jóvenes como alumnos.
Este cambio puede ayudarnos a trabajar teniendo como horizonte dos finalidades. La primera de ellas se refiere a la creación de espacios pedagógicos que permitan a los jóvenes relacionarse con el conocimiento más allá de formas consumistas, inherentes en las estructuras de muchos planes de estudio, y que sean capaces de desarrollar un criterio propio y de ejercer la crítica. Esto es importante tanto para su vivencia en la universidad como en la sociedad, en términos generales. Con ello se pone en el centro de la vida universitaria el desarrollo de hábitos y de una cultura democráticos.
La segunda de estas grandes finalidades hace referencia a la necesidad de mejorar nuestras prácticas docentes/investigadoras descentrándonos de nuestro propio punto de vista, algo que podemos hacer en muchas ocasiones gracias a la existencia de comunidades de docencia e investigación (mucho más en las segundas que en las primeras) pero que, sin duda, puede hacerse, también, trabajando con los jóvenes. Sus experiencias, sus puntos de vista, opiniones, etc. mejoran la educación como ya se ha hecho patente en diferentes investigaciones (HAYES y LJUNGBERG, 2011; HAYA, CALVO y RODRIGUEZ-HOYOS, 2013).
Es precisamente en el marco de estos trabajos donde se ha evidenciado la importancia que la experiencia de ir a la universidad tiene para los jóvenes, señalando cuestiones tan centrales como la importancia de la investigación y la colaboración para mejorar la docencia en la universidad, el papel de la participación de los jóvenes en diferentes aspectos de la vida universitaria, la importancia del diálogo en los procesos educativos, así como el rol de la provocación como elemento desencadenante del aprendizaje. Estos trabajos demuestran, también, las posibilidades de trabajar con los estudiantes para revisar críticamente los sistemas de evaluación externa de la docencia e investigación (CALVO y SUSINOS, 2010 y 2012).

Pregunta 3. ¿Cómo enseñamos e investigamos en la universidad?
En lo que se ha denominado la época de la “supercomplejidad” (BARNETT, 2002) se considera que la universidad debe ser un lugar donde se produzcan ideas revolucionarias que posibiliten a los estudiantes vivir en tiempos de gran incertidumbre, donde no sólo debemos enfrentamos a distintas ideas o teorías sobre el mundo, sino que nuestras propias estructuras y procesos para comprender el mundo, a nosotros mismos y a lo que nos rodea son refutables, pues conviven con un enorme número de procesos y estructuras muy diversos entre sí.
 En este panorama, la docencia y la investigación no pueden ser más que procesos complementarios, dado que separarlos completamente acabaría por reducir la enseñanza  a algo superficial y repetitivo (ORDINE, 2013). Es necesario que ambas actividades tengan el mismo valor, sean consideradas de igual importancia y dejen de vivirse como actividades irreconciliables.
Es evidente que el profesorado universitario debe estar preocupado por desarrollar prácticas docentes adecuadas, algo que no tiene un significado fijo o estable y que deberá ser indagado en cada momento entre todos los colectivos y personas que participan en ese proceso. La transformación de las pedagogías en la universidad requiere no más conocimiento, sino más indagación sobre quiénes somos y cómo podemos ser mejores personas. En palabras de Nieves Blanco:

“Los chicos y las chicas que llegan al aula universitaria están (…) buscando y buscándose, con la necesidad de descubrir quiénes son y cómo es el mundo; aprendiendo a conocerse en una nueva realidad, a saber cuáles son sus fortalezas, sus debilidades, su capacidad para enfrentarse a nuevos retos… A menudo no es información lo que necesitan, sino hacerse preguntas y buscar respuestas con contenido vital, que colmen sus anhelos y sosieguen sus miedos. En ocasiones están tan confundidas, tan confundidos, que hay que indagar mucho para verlo. En otras, nos confunden con una aparente seguridad y una altivez que parece incompatible con cualquier posibilidad de aprendizaje” (BLANCO, 2010, 138).

En relación a la investigación, ésta debe poder desarrollarse más allá de los paradigmas dominantes, pues sólo cuando esto ocurra podremos tener una mayor comprensión del mundo.  Como es sabido, la investigación universitaria está bajo diferentes formas de presión que tratan de hacer de la misma un producto rentable. Por un lado, las fuentes de financiación pública se han reducido drásticamente, esto hace que el terreno de la financiación sea ahora ocupado por empresas privadas y organismos financieros con una clara idea de invertir en investigación para obtener rentabilidad en sus negocios. Por otro lado, es necesario que los propios académicos que forman parte de los comités que deciden qué proyectos de investigación obtendrán financiación pública, así como de los comités de revisión de las revistas académicas y científicas, cambien con cierta regularidad y, al mismo tiempo, sean sensibles al impacto social de las investigaciones (no exclusivamente en términos monetarios) y al desarrollo de metodologías y problemáticas de investigación alternativas, esto es, diferentes a lo que se ha asentado como tradición en un determinado campo del conocimiento. En este terreno, es fundamental, también, el intercambio y la colaboración entre especialistas de diferentes disciplinas (BARNETT, 2002).
Vale la pena recordar, también, el riesgo que corre la investigación en la universidad cuando su valoración se centra, en exclusiva, en el medio en el que se ha publicado, sin entrar a valorar su repercusión en la mejora de la comunidad más próxima y lejana. Teniendo en cuenta la importancia de los procesos de internacionalización, en un mundo cada vez más global, se priman en muchas ocasiones las investigaciones cuyos resultados salen a la luz en forma de artículos en revistas de habla inglesa consideradas de impacto, sin tener en cuenta su nulo efecto en los colectivos y personas con las que se ha trabajado y sin valorar la mejora que la investigación pueda suponer para la sociedad en su conjunto y/o para algunas de sus instituciones. Es esta disyuntiva la que Kathleen Nolan resume como “¿Publicar o compartir?”, al analizar el impacto que tuvo su propia tesis doctoral que, lejos de los cánones de la investigación y la escritura académica, elaboró utilizando diferentes lenguajes y materiales como fotografías y poemas, así como con un uso muy particular del color. En este sentido la autora señala:

“Durante el proceso de investigación sí fui muy consciente de los lectores que seguramente se acercarían a mi obra y de los que me gustaría que se acercasen. Desde mi punto de vista, un texto que pudiera significar algo para todo el mundo era un resultado mucho más deseable que un texto que acabara aparcado en el estante de una biblioteca” (NOLAN, 2008, 159).

Sería deseable que la universidad fuera un lugar donde se pudiera acceder a la diversidad de investigaciones que actualmente están teniendo lugar en diferentes contextos sociales y educativos, que comparten su sensibilidad hacia el cambio y su capacidad para reconocer la potencialidad del mismo para mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía, sobre todo de aquellos sectores más desfavorecidos. Una mejora que va a ser entendida aquí en un doble sentido. En primer lugar, como trayecto inacabado hacia un lugar siempre distinto del anterior pero intelectual y personalmente más relevante, más rico y más productivo. Y, en un segundo sentido, como lo que dejaremos a quienes vendrán después de nosotros, más allá de lo que por ley les corresponde.

En definitiva, con estos dilemas hemos tratado de revisar algunas cuestiones que consideramos clave en la universidad, como es el conocimiento a transmitir y la relación que docentes y estudiantes tenemos con el mismo,  la filosofía que debe sostener nuestras tareas docentes, investigadoras y de gestión, así como el papel de los estudiantes en una institución que debe acompañarles en el proceso de ejercer la ciudadanía y encontrar su lugar en el mundo. Sin duda, todas estas prácticas requieren supervisión, pero es necesario que la misma no venga solamente del exterior y que no esté exclusivamente centrada en medir el nivel de productividad (entendida de forma estrecha) de las mismas. En este sentido, debemos promover procesos internos de autorregulación académica/investigadora que nos permitan la transferencia de buenas prácticas colegiales, procesos de revisión paritaria y controles sociales diseñados e implementados en las universidades por miembros del mundo académico (DILL, 2008). Se trata de contribuir a la creación de instituciones de investigación/docencia que no vivan de espaldas a los problemas sociales actuales (medio-ambientales, de derechos humanos, de acceso a una ciudanía social plena, etc.), una universidad comprometida, aquella que no separa la ética de la ciencia, el conocimiento y la técnica, que participa en la creación de una conciencia planetaria, que establece mecanismos horizontales participativos, que tiene como objetivo el bien común y que toma partido por los sectores más débiles o desfavorecidos en nuestras sociedades  (MANZANO-ARRONDO, 2012).

Conclusiones y aperturas
En este trabajo planteamos la urgente necesidad de articular un debate sosegado en el que se discutan ampliamente las condiciones estructurales que, en estos momentos, están condicionando la universidad en nuestro país. En este sentido, si bien entendemos que es importante dar respuesta a los problemas más acuciantes a los que se enfrenta la universidad en un escenario marcado por las dificultades económicas (la reducción de la financiación pública, la subida de tasas, la reestructuración de los planes de estudio, etc.), ese proceso ha de ir en paralelo al ejercicio de una reflexión más profunda que lleve a determinar a los principales agentes implicados qué sentido puede tener esta institución en un momento histórico como el actual. Dilatar ese debate de fondo supondría, a nuestro juicio, obviar una de las principales responsabilidades a las que, permanentemente, ha de enfrentarse la academia, es decir, al desarrollo de marcos propositivos no solo sobre el ser sino también sobre el deber ser interno, como institución, y externo, sobre la  sociedad.
Al mismo tiempo, consideramos que las actuales condiciones sociales, económicas y culturales, están interpelando de manera urgente a la universidad para que ésta reconsidere su propia estructura organizativa y adopte decisiones encaminadas a convertirse en un espacio más abierto y más atento a los problemas del entorno. Esto supone trabajar en dos grandes direcciones.
En primer lugar, la institución académica ha de partir del reconocimiento de la capacidad que tienen los diversos agentes sociales para imaginar y participar conjuntamente en el desarrollo de estrategias de investigación, algo que va a suponer desarrollar procesos éticamente más respetuosos y con un mayor impacto en la mejora de los contextos más inmediatos. Esto supondría subvertir el orden a través del cual se generan muchas investigaciones para poner en el origen de los proyectos no los intereses de la comunidad investigadora sino las necesidades y problemas reales a los que la ciudadanía ha de dar respuesta en su vida cotidiana y que, de formas muy diversas, limitan las posibilidades de acceso, tanto a los bienes materiales, como a los culturales. Para ello, es esencial el reconocimiento de la agencia de instituciones y colectivos que tradicionalmente han sido utilizados por la academia como fuentes de las que extraer datos, pero a los que raramente se les ha reconocido su capacidad para participar activamente en la solución de aquellos problemas a través de su colaboración en investigaciones diseñadas, supuestamente, para dar respuesta a los mismos.
En segundo lugar, la universidad ha de convertirse en un espacio público abierto a las demandas, necesidades e inquietudes de aquellos agentes sociales que están tratando de imaginar y promover formas de construir entornos orientados, esencialmente, hacia el bien común. Eso exige articular estrategias encaminadas a la construcción de redes de trabajo y colaboración con otros nodos (escuelas, movimientos sociales, sindicatos, etc.) y transformar la propia cultura académica para desarrollar dispositivos en los que se reconozca la posibilidad de comunicarse en lenguajes diversos con los que construir significados compartidos sobre la realidad. Es decir, si bien el lenguaje utilizado en la academia ha sido un elemento que, generalmente, ha actuado como una barrera entre los docentes/investigadores y el resto de la sociedad, es necesario explorar formas de comunicación que faciliten que esta institución sea más permeable, legible y generosa a la hora de compartir no sólo los resultados de sus trabajos, sino también los procesos, las estrategias empleadas y los fines a alcanzar.
En definitiva, con el objeto de alimentar el debate y con la esperanza de seguir reflexionando sobre otras formas de hacer y estar en la universidad, presentamos este número monográfico que compila una serie de trabajos que, desde diferentes posiciones y sobre temáticas diversas, comparten la sensibilidad de desarrollar un modelo de institución universitaria más responsable, atenta, respetuosa y comprometida con los contextos en los que se inserta. Los artículos que aquí se recogen evidencian el interés de los autores por desarrollar y mostrar prácticas docentes e investigadoras que posibiliten y acompañen procesos de cambio, orientados hacia la mejora educativa y social en diferentes contextos y niveles que comparten la firme esperanza de que otra universidad sí es posible y está siendo posible, aunque el camino no sea fácil:
“La distinción entre el saber útil y realmente útil radica en la comprensión de la verdad, lo real, la realidad en sí. La realidad de un obrero ¿consiste en las cosas que le permiten operar mejora la máquina, o consiste en cuestionarse sobre si es o no posible otra forma de vida colectiva? Un aspecto fundamental de esta otra forma de vida es que debe concebirse en un orden diferente del tiempo y el espacio. Un tiempo liberado del ritmo de la producción incesante, un espacio arrancado de los confines de la fábrica” (RAQS MEDIA COLLECTIVE, 2015, 84).

Referencias bibliográficas
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REAL DECRETO 43/2015, de 2 de febrero, por el que se modifica el RD 1393/2007, de 29 de octubre, por el que se establece la ordenación de las enseñanzas universitarias oficiales, y el RD 99/2011, de 28 de enero, por el que se regulan las enseñanzas oficiales de doctorado (BOE del 3 de febrero de 2015).

Datos de contacto

Adelina Calvo Salvador. Departamento de Educación, Universidad de Cantabria. Avda. Los Castros s/n. 39005. Santander, Cantabria (España). Tfno. +34942201164, Fax +3494201173, mail: calvoa@unican.es

Carlos Rodríguez-Hoyos. Departamento de Educación, Universidad de Cantabria. Avda. Los Castros s/n. 39005. Santander, Cantabria (España). Tfno. +34942201264, e- mail:  rodriguezhc@unican.es  

Ignacio Haya Salmón. Departamento de Educación, Universidad de Cantabria. Avda. Los Castros s/n. 39005. Santander, Cantabria (España). Tfno. +34942202029, e- mail: hayai@unican.es







Número 82 (29.1) de la rifop. Abril 2015. Investigar para acompañar el cambio educativo y social. El papel de la universidad (Editorial)

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Publicamos en este post una versión post-print del EDITORIAL del número 82 (29.1) abril 2015 de la Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado (RIFOP), firmado por el Consejo de Redacción de la RIFOP, editorial que sirve de introducción a una monografía que lleva por título "Investigar para acompañar el cambio educativo y social. El papel de la universidad", que tiene su origen en el congreso organizado por la AUFOP y la Universidad de Cantabria que, bajo ese mismo título, se celebró en noviembre de 2014 en Santander.

El citado número monográfico ha sido coordinado por Adelina Calvo Salvador, Carlos Rodríguez-Hoyos e Ignacio Haya Salmón (Universidad de Cantabria).
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EDITORIAL

Investigar para acompañar el cambio educativo y social. El papel de la universidad


El monográfico que presentamos a continuación tiene su origen en el congreso organizado por la AUFOP y la Universidad de Cantabria que, bajo ese mismo título, se celebró en noviembre de 2014 en Santander. Los artículos que lo conforman son un muestrario de las principales aportaciones que se discutieron en el mismo y que tenían como finalidad última pensar el sentido de las prácticas universitarias de investigación, docencia y gestión como facilitadoras y acompañantes del cambio educativo y social. 

En este marco general, tras el título “Con motivo aparente. La universidad a debate”, los coordinadores del monográfico nos invitan a pensar sobre qué papel debe jugar hoy la institución de educación superior, en un escenario donde el valor monetario de las cosas parece estar por encima de todo lo demás. Al mismo tiempo, plantean algunas preguntas que deben ayudar a construir una universidad distinta, más orientada por la preocupación de los problemas de la comunidad y de las personas menos favorecidas.

La segunda de las aportaciones del monográfico, que lleva la firma de Mar Rodríguez Romero, aborda la cuestión de cómo investigamos desde la universidad, bajo qué modelo epistemológico y metodológico, desentrañando con ello las condiciones en las que en la actualidad se produce la ciencia en el campo de la educación. Bajo el título “El paisaje amenazante de la producción de conocimiento científico en educación bajo el capitalismo cognitivo”, la autora analiza la imposición de metodologías cuantitativas basadas en evidencias frente a enfoques más cualitativos, diversificados y minoritarios.

Continuando con esta línea de análisis centrada en discutir cómo investigamos, para qué y las consecuencias del trabajo académico en la mejora educativa y social, el segundo de los artículos del monográfico titulado: “El compromiso de la investigación social en la construcción de otra escuela posible” de Matías de Stéfano, Luis Puche y José I. Pichardo, toma como punto de partida una reciente investigación realizada en España sobre diversidad y convivencia en los centros docentes para reflexionar sobre cuestiones metodológicas y éticas en la investigación educativa que se reconoce como promotora de la inclusión social.

La cuarta de las aportaciones del monográfico, realizada por Nieves Blanco, M. Dolores Molina y Asunción López, lleva por título “Aprender de la escuela para dar vida a la universidad” y puede leerse como un ejemplo de investigación que se reconoce en los dilemas éticos y epistemológicos anteriormente señalados, planteando la necesidad de recuperar un espacio de diálogo y encuentro con la experiencia de docentes de educación primaria para mejorar la universidad, colocando en el centro la experiencia de quienes enseñan y aprenden.

De la mano de David Buckhingham, el siguiente artículo del monográfico, “La evolución de la educación mediática en Reino Unido: algunas lecciones de historia”, nos invita a pensar en la historia de esa disciplina teniendo en cuenta el momento histórico de cada una de las fases identificadas. Sin duda, sus reflexiones son el marco ideal para comprender la importancia del siguiente grupo de aportaciones que dan vida a este monográfico y que promueven y alientan el uso de nuevos lenguajes en los centros educativos.

En este sentido, las siguientes tres aportaciones abordan el uso del Teatro Foro, el Cine y las Redes Sociales en diferentes contextos educativos, planteando sus posibilidades como herramientas para la crítica y la transformación personal, educativa y social. Tres propuestas que van desde la documentación de una experiencia de Teatro Foro en la universidad (Adelina Calvo, Ignacio Haya y Noelia Ceballos), hasta una reflexión más teórica que nos invita a perturbar nuestras mentes a través de una educación por el cine (Carlos Rodríguez-Hoyos y Rafael Manrique), pasando por el riguroso análisis político de las posibilidades del uso de las redes sociales en la educación (Aquilina Fueyo, Gloria Braga y Santiago Fano).

Por último, cierran el monográfico dos aportaciones que ejemplifican el compromiso de la universidad en la construcción de una educación e investigación alternativas y su interés en la mejora de diferentes niveles educativos, desde la educación infantil hasta el ámbito universitario. A través del relato de la experiencia de un centro de educación infantil se nos invita a pensar en la infancia como un colectivo lleno de posibilidades, más allá de la “discapacitante” mirada del adulto, muy presente en la actual concepción de los centros educativos, de su cultura y su currículum (José M. Osoro y Olga Meng). Así mismo, la propuesta titulada “Una investigación colaborativa interuniversitaria para repensar un modelo docente comprometido con el cambio educativo” relata una experiencia de investigación en primera persona desarrollada entre varias docentes de diferentes universidades españolas que, a través de una metodología de investigación-acción, conciben el aula universitaria como un ágora, punto de partida para mejorar su comprometida docencia universitaria (Elia Fernández-Díaz, Prudencia Gutiérrez-Esteban y Lorea Fernández-Olaskoaga).

Los artículos compilados son ejemplos de investigaciones y prácticas docentes que cubren todos los niveles educativos, desde infantil hasta la educación superior y que ejemplifican los ideales del trabajo en red, conjunto, entre instituciones y profesionales bajo el mismo compromiso del pensamiento divergente, la democracia y la justicia social.

El monográfico presenta un sugerente conjunto de aportaciones que, con una mirada renovada, plantean nuevos desafíos a la universidad como institución que está llamada al ejercicio del pensamiento crítico, aquel que no da nada por supuesto, que trata de explicar cómo está funcionando el poder en nuestras instituciones y que se muestra escéptico ante el aparente discurso modernizador, democrático y liberador que dice aportar el pensamiento neoliberal a la universidad. Una institución que, sin duda, merece ser pensada de nuevo, pero sin perder de vista lo importante de esta discusión, cuáles son los mejores lugares desde donde hacerlo.

El Consejo de Redacción

Número 82 (29.1) Abril 2015 de la rifop. Investigar para acompañar el cambio educativo y social. El papel de la universidad (Versión post-print accesible a texto completo en este blog)

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Este nuevo número monográfico de la Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado (RIFOP), accesible a texto completo desde este blog en una primera versión post-print, tiene su origen en el congreso organizado por la Asociación Universitaria de Formación del Profesorado (AUFOP) y la Universidad de Cantabria que, bajo ese mismo título (Investigar para acompañar el cambio educativo y social. El papel de la universidad), se celebró en noviembre de 2014 en Santander.

Los artículos que lo conforman son un muestrario de las principales aportaciones que se discutieron en el citado congreso, que tenían como finalidad última pensar el sentido de las prácticas universitarias de investigación, docencia y gestión como facilitadoras y acompañantes del cambio educativo y social. 

Pulsa sobre cada uno de los artículos para acceder a esta primera versión del texto completo de los mismos.

- La evolución de la educación mediática en Reino Unido: algunas lecciones de la historia (David Buckingham, Loughborough University; Traducción por Patricia A. Arias)

- El Teatro Foro como estrategia pedagógica promotora de la justicia social. Una experiencia de formación inicial del profesorado en la Universidad de Cantabria (Adelina Calvo Salvador, Ignacio Haya Salmón y Noelia Ceballos López, Universidad de Cantabria)

Disponibles en REDALyC a texto completo los números 80 (28.2) y 81 (28.3) de la rifop

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Los Mandarines (A propósito de la necesidad de abrir un debate sobre la universidad)

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Los Mandarines. Ha pasado más de medio siglo y las preguntas que encierra la célebre novela de Simone de Beauvoir son hoy más que pertinentes... ...

"La necesidad de abrir un debate sobre la universidad

En 1954 Simone de Beauvoir publicó Los Mandarines, la novela con la que ganó el prestigioso premio Goncourt ese mismo año. Se trata de una obra de ficción que describe las aspiraciones y la vida personal y política de un grupo de intelectuales franceses (periodistas, escritores, psiquiatras) después de la II Guerra Mundial, momento en el que era necesario preguntarse hacia dónde iba Europa, cuál era el lugar que debía ocupar cada uno de los países en ella y qué papel estaban llamados a jugar los trabajadores de la cultura en ese convulso panorama.

En un escenario donde nada de lo que se había conocido hasta el momento parecía ya tener valor o significado, y donde todo estaba por venir, los personajes de esta novela, hombres y mujeres que viven de su trabajo intelectual, se interrogan a diario sobre el presente, tomando decisiones que les van posicionando entre el arriesgado espacio de la libertad, la incertidumbre y la independencia de quienes son, a la vez, juez y parte de las situaciones de injusticia social que se denuncian, y el cómodo lugar del intelectual que trabaja al servicio de un partido político o de los intereses económicos de la potencia mundial emergente que, en el marco de la novela, eran los Estados Unidos de Norteamérica.

Ha pasado más de medio siglo y las preguntas que encierra la novela de Simone de Beauvoir son hoy más que pertinentes. Al igual que hacían los personajes de aquella novela, Los Mandarines, es necesario interrogar al presente y hacer un análisis en primera persona que nos permita entender el sentido de nuestro trabajo en la universidad y con ello, también, el sentido de nuestra vida en común".

[Texto tomado de Adelina Calvo Salvador, Carlos Rodríguez-Hoyos e Ignacio Haya Salmón (2015). Con motivo aparente. La universidad a debate. Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, número 82 (29.1). Pulsa aqui para seguir leyendo este artículo].



La contrareforma educativa en España

Abril en la voz de los poetas (Tagore y Rilke)

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Esta mañana de abril 

Tú, que no sé quien eres; tú que lees estos versos míos que tienen ya cien años, oye:

No puedo ofrecerte una sola flor de todo el tesoro de la primavera, ni una sola luz de estas nubes de oro. Pero abre tus puertas y mira, y toma, entre la flor de tu jardín, el recuerdo oloroso de las flores que hace cien años murieron.

¡Y ojalá puedas sentir en la alegría de tu corazón la alegría viva que esta mañana de abril te mando, a través de cien años, cantando dichosa!


(Tagore, El Jardinero)



De un abril

Ya huele el bosque.
Las alondras en vuelo levantan
el cielo que sobre nuestros hombros pesa [...]

Tras largas y lluviosas tardes
llegan las horas nuevas,
soleadas de oro [...]

Hasta la lluvia cae más queda
en el brillo de la piedra [...]
Todos los ruidos enteros se esconden
en los brillantes brotes de las yemas.


(Rainer María Rilke, El libro de las imágenes)

La formación en competencias mediáticas: una cuestión de responsabilidad ética en educación superior

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Diseño de portada: Jose Palomero


































Nuestras sociedades son definidas de diferente modo según se destaque uno u otro aspecto de las mismas, y según predominen diferentes cualidades con el transcurrir de los tiempos. Así, de «industriales» hemos pasado a llamar «posindustriales» a nuestras sociedades (Bell, 1973/2001), sociedades cuya evolución o devenir está marcado en buena medida por la acción de profesionales tecnológicamente cualificados. La noción de «sociedad posindustrial» nos invita de inmediato a otra adjetivación que ha cobrado fortuna y muy difundida en nuestro tiempo: así, se dice que estamos inmersos en sociedades del conocimiento (Mateo, 2006), de la comunicación y la información (Mattelart, 2002) o en sociedades-red (Castells, 2005).

En este nuevo contexto informacional, en el cual lo comunicativo irrumpe con fuerza en todos los ámbitos de la vida de las personas (en los ámbitos económico y laboral, social, político, en el entretenimiento y el ocio…), las instituciones educativas no pueden ni deben mantenerse al margen de los procesos de interacción comunicativa, sobre todo tras la revolución propiciada por las nuevas tecnologías.

Respiramos comunicación audiovisual en nuestro entorno profusamente mediático, y lo hacemos no solo desde la tradicional televisión, el cine, la radio o la prensa escrita, sino a través de, o gracias a los ordenadores y las redes sociales, las tablets, los teléfonos móviles de última generación o los videojuegos, en un mundo en donde la comunicación es cada vez más convergente y confluye en un mismo dispositivo tecnológico. Dispositivos que transforman a los usuarios no solo en receptores de mensajes, sino en productores de los mismos, convirtiéndolos en prosumidores (prosumers, acrónimo en inglés de producer y consumer), categoría acuñada por Alvin Toffler en los años ochenta y que hace referencia al papel activo de los usuarios de los medios en tanto que consumidores y productores al mismo tiempo de contenidos mediáticos.

Ante este nuevo contexto, algunos organismos internacionales hicieron hace años un llamamiento para que se incorporase lo tecno-comunicativo en la educación formal, desde Naciones Unidas a través de la UNESCO o su programa Alianza de Civilizaciones, cuya página web ha ido creciendo exponencialmente desde que se publicó (Aguaded, 2012), hasta el Parlamento Europeo, que en 2009 recomendó explícitamente a los Estados miembros la incorporación de la asignatura de Educación Mediática en el ámbito educativo (Aguaded, 2011). Si esto es aplicable a la educación primaria y secundaria, tanto más recomendable es para la educación superior, por el nivel de exigencia formativa esperable o deseable en estos niveles educativos y por la responsabilidad del profesorado universitario en la competencia mediática e informacional del estudiantado.

_______________

Texto tomado de: Vicent Gozálvez Pérez, Rosa García-Ruiz y J. Ignacio Aguaded-Gómez (2014). La formación en competencias mediáticas: una cuestión de responsabilidad ética en educación superior. Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado (RIFOP), 79 (28.1), 17-28.



Pulsar aquí para consultar full text este artículo en la web oficial de la Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado.

Pulsar aquí para acceder al texto completo de este artículo en REDAYC.

Pulsar aquí para acceder al artículo full text en DIALNET


Orientación en acción. Disponible en línea un nuevo volumen de la reifop: Número 51 (18.2) abril 2015

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Diseño de portada: Jose Palomero
































Ya está disponible en línea -en la página web de la AUFOP en Editum (Universidad de Murcia)- el número 51 (18.2) abril 2015 de la Revista electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado, con una monografía que lleva por título Orientación en acción, coordinada por Benito Echeverría Samanes y Pilar Martínez Clares (Pulsa aquí para acceder a este nuevo volumen de la REIFOP).

El nuevo volumen está también disponible en acceso abierto y a texto completo en la web oficial de la aufop

Pulsa aquí para acceder al pdf completo 

En breve estará también disponible, en acceso abierto y a texto completo:

- En REDALYC (Universidad Autónoma del Estado de México)

- En Dialnet (Universidad de la Rioja)

___________________________________


Tabla de contenidos

Editorial

Sistema Integrado de Orientación
Benito Echeverría Samanes, Pilar Martínez Clares

Artículos
Benito Echeverría Samanes, Pilar Martínez Clares
1-13
Rufino Cano González, Mónica Casado González
15-27
Cristina González Lorente, Natalia González Morga
29-41
Sonia Rodríguez Fernández, Mario Romero Lozano
43-55
Màrius Martínez Muñoz, Carmina Pinya i Salomó
57-72
Soledad Romero Rodríguez, Margarita Seco Fernández, Mar Lugo Muñoz
75-89
Ángel Boza Carreño, Juan Manuel Méndez Garrido, María de la O Toscano Cruz
91-105
Pilar Figuera Gazo, Mercedes Torrado Fonseca, Inmaculada Dorio Alcaraz, Montserrat Freixa Niella
107-123
Manuel Álvarez González, Josefina Álvarez Justel
125-142
Alejandra Romo López, Angelina Romero Herrera
145-159
Angélica Cuevas De la Vega, Francisco Javier Velázquez Sagahón
161-175
Francisco Javier Pérez Cusó, Mirian Martínez Juárez
177-192

Miscelánea
Joao Pedro Pezzato, Francisco Rodríguez Lestegás
197-210
Luis María Hernández Abenza, Carmen Hernández Torres

Actualización: Accede desde aquí al pdf íntegro de los 27 últimos números de la reifop (Abril 2008 / Abril 2015)

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Revista Electrónica Interuniversitaria 
de Formación del Profesorado (reifop)
Imagen visual: Jose Palomero

















Pulsa aquí para acceder al número 25 a texto completo






























Pulsa aquí para acceder al número 26 a texto completo

































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La aufop en 2014, publicaciones y congresos

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Durante el año 2014, la Asociación Universitaria de Formación del Profesorado (aufop), con sede social en la Universidad de Zaragoza, ha organizado 1 congreso internacional, del que se editó el correspondiente libro de actas, y ha publicado un total de seis números de la Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, tres volúmenes en la versión impresa (rifop), con un total de 27 artículos y participación de 22 instituciones; y tres más en la versión digital (reifop), con un total de 43 artículos y participación de 34 instituciones.

Haciendo un análisis de conjunto, en la elaboración de los citados seis números de la rifop y la reifop han participado profesionales pertenecientes a 45 instituciones del sector educativo, 30 españolas y 15 extranjeras. 

Son las siguientes:

- Universidad Autónoma de Barcelona
- Universidad Carlos III de Madrid
- Universidad Católica de Murcia
- Universidad de A Coruña 
- Universidad de Almería
- Universidad de Barcelona
- Universidad de Burgos
- Universidad de Cantabria
- Universidad de Córdoba
- Universidad de Deusto
- Universidad de Extremadura
- Universidad de Huelva
- Universidad de La Laguna 
- Universidad de las Islas Baleares
- Universidad de León
- Universidad de Málaga
- Universidad de Murcia
- Universidad de Santiago de Compostela
- Universidad de Sevilla
- Universidad de Valencia
- Universidad de Valladolid
- Universidad de Vic
- Universidad del País Vasco
- Universidad Nacional de Educación a Distancia
- Universidad Pablo de Olavide (Sevilla)
- Universidad Pontificia de Salamanca
- Universidad Pública de Navarra
- Agencia para la Calidad del Sistema Universitario de Galicia
- CEIP A María (Bertamiráns-A Coruña)
- Colegio Nuestra Señora de la Consolación de Valladolid
- Universidad Católica de Temuco (Chile)
- Universidad de Ciego de Ávila (Cuba)
- Universidad de San Martín de Porres (Lima, Perú)
- Universidad Nacional de Río Cuarto-CONICET (Córdoba, Argentina)
- Universidade Federal da Paraíba (Brasil)
- Universidade Federal do Amazonas (Brasil)
- University of Minho (Portugal)
- University of Verona (Italia)
- University of Washington (Estados Unidos)
- Erasmus University Rotterdam (Países Bajos)
- Campus Montecillo, Colegio de Postgraduados (México)
CONICYT. Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Chile)
- Consejo Nacional de Educación (Chile)


Breve resumen del XIII Congreso Internacional de Formación del Profesorado

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Acto inaugural del congreso











Ofrecemos en este post un breve resumen del "XIII Congreso Internacional de Formación del Profesorado. Investigar para acompañar el cambio educativo y social. El papel de la Universidad".

Organizado por la AUFOP y la Universidad de Cantabria, el citado congreso se celebró en Santander los días 20, 21 y 22 de noviembre de 2014.

Pulsar sobre estas líneas para acceder al documento original que, instalado en la página web del citado congreso, reproducimos en este blog seguidamente. 






































































Artículos más citados hasta la fecha, de entre los publicados en la reifop entre 2010 y 2014, según google académico

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Docentes emocionalmente inteligentesRC González, DR Aranda… - … formación del profesorado, 2010 - dialnet.unirioja.es
Citado por 32


La competencia y las competencias docentes: reflexiones sobre el concepto y la evaluaciónI Guzmán Ibarra, R Marín Uribe - … electrónica interuniversitaria …, 2011 - europa.sim.ucm.es  

Citado por 30 


Formación docente: hacia una definición del concepto de competencia profesional docenteP Nova - Revista electrónica interuniversitaria de formación del …, 2011 - dialnet.unirioja.es

Citado por 27


El Aprendizaje Servicio en la Universidad: una estrategia en la formación de ciudadanía críticaAF Amat, LM Miravet - … electrónica interuniversitaria de formación …, 2010 - dialnet.unirioja.es 

Citado por 20


La globalización neoliberal y sus repercusiones en educaciónEJ Díez Gutiérrez - 2013 - buleria.unileon.esElectrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 13 (2), 23-38 32 ..

Citado por 20


Influencia de la motivación en el rendimiento académico de los estudiantes de formaciónprofesionalJJM Sánchez, FH Pina - Revista electrónica interuniversitaria de …, 2011 - dialnet.unirioja.es

Citado por 17


Programas Escuela 2.0 y Pizarra Digital: un paradigma de mercantilización del sistema educativo a través de las TICs // JLM García - Revista electrónica interuniversitaria de formación …, 2010 - dialnet.unirioja.es 

Citado por 16


La educación intercultural en los centros escolares españolesH Rodríguez Navarro, B Gallego López… - Revista electrónica …, 2011 - repositori.udl.cat 

Citado por 12


Competencias interculturales del profesorado con alumnado inmigrante en el País VascoFE Balerdi, IK Juarros, HM Cartón - … electrónica interuniversitaria …, 2010 - dialnet.unirioja.es

Citado por 12


El reto de la formación del profesorado para la igualdadRA Martínez - Revista electrónica interuniversitaria de formación …, 2011 - dialnet.unirioja.es

Citado por 12


[PDF] La docencia universitaria en la formación inicial del profesorado: el caso de la escuela de magisterio de SegoviaJMA Estebaranz, DC Galindo… - Revista electrónica …, 2010 - dialnet.unirioja.es

Citado por 12


Las concepciones de la enseñanza. Aportaciones para la formación del profesorado /// F Hernández Pina… - Revista electrónica …, 2010 - europa.sim.ucm.es

Citado por 11


Metacognición y competencia de aprender a aprender en Educación Infantil: Una propuesta para facilitar la inclusión /// MCS Manzanares, VF Lucas… - Revista electrónica …, 2010 - dialnet.unirioja.es 

Citado por 11

Artículos más citados hasta la fecha, de entre los publicados en la RIFOP entre 2010 y 2014, según google académico

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Aprender a educar: Nuevos desafíos para la formación de docentes. AIP Gómez - … interuniversitaria de formación del profesorado, 2010 - dialnet.unirioja.es
Citado por 65

La práctica, la teoría y la persona en la formación del profesorado. FAJ Korthagen - … Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 2010 - dialnet.unirioja.es
Citado por 55

Ser y saber en la formación didáctica del profesorado: una visión personal. JC Domingo - … Interuniversitaria de formación del profesorado, 2010 - dialnet.unirioja.es
Citado por 47

[PDF] Lectura dialógica y transformación en las comunidades de aprendizaje, C Aguilar, J Alonso, M PADRóS… - Revista interuniversitaria …, 2010 - researchgate.net
Citado por 45

Comunidades de aprendizaje: Un proyecto de transformación social y educativa, J Díez-Palomar, R Flecha García - Revista interuniversitaria de …, 2010 - europa.sim.ucm.es
Citado por 35

… en formación del profesorado: repensando las conexiones entre las asignaturas del campus y las experiencias de prácticas en la formación del profesorado en la …. K Zeichner - … interuniversitaria de formación del profesorado, 2010 - dialnet.unirioja.es
Citado por 33

[PDF] La educación inclusiva hoy. Reconocer al otro y crear comunidad a través del diálogo y la participación. TS Rada, C RoDRíGUEz-HoyoS - … Interuniversitaria de Formación del …, 2011 - aufop.com
Citado por 29

El" estudio de la enseñanza y del aprendizaje": una forma globalizadora de investigación delprofesorado. J Elliot - … Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 2010 - dialnet.unirioja.es
Citado por 24

La formación del profesorado en las instituciones que aprenden. MÁS Guerra - … Interuniversitaria de formación del profesorado, 2010 - dialnet.unirioja.es
Citado por 23

Nuevas exigencias y escenarios para la profesión docente en la era de la información y de la incertidumbre. AIP Gómez - … Interuniversitaria de formación del Profesorado, 2010 - dialnet.unirioja.es
Citado por 23

[PDF] Luces y sombras de las medidas de atención a la diversidad en el camino de la inclusión educativa. BM DoMíNGUE - … Interuniversitaria de Formación de Profesorado, 2011 - dialnet.unirioja.es
Citado por 21

[PDF] La voz del alumnado y la inclusión educativa: una aproximación democrática radical para el aprendizaje intergeneracional. M Fielding - … Interuniversitaria de Formación del profesorado, 2011 - w.aufop.com
Citado por 18

[PDF] El papel de la universidad en Comunidades de Aprendizaje. A Aguilera, M Mendoza, S Racionero… - Revista Interuniversitaria …, 2010 - w.aufop.com

Citado por 17

[PDF] El apoyo inclusivo desde la perspectiva comunitaria. CG Vega - … Interuniversitaria de Formación del profesorado, 2011 - aufop.com
Citado por 13

El blog aufop. Más de 100.000 vistas de página en los últimos seis meses

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Mañana, día 15 de junio de 2015, tan solo seis meses después de haber alcanzado el medio millón de visitas, el BLOG AUFOP rebasará -previsiblemente- las 600.000 vistas de página.

Hazte seguidor de este blog y muéstraselo a tus amistades.

Con ello contribuirás a difundir la Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado en sus dos versiones, impresa (rifop) y electrónica (reifop), así como el resto de actividades de la aufop.


Actividades de la aufop en 2014


Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado

- TIC en Educación Superior. Monografía publicada en el número 79 (28.1) de la Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado (Abril 2014). Accede desde aquí, en abierto, al pdf íntegro de esta monografía.

- Universidad y movimientos sociales. Monografía publicada en el número 80 (28.2) de la Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado (Agosto 2014). Accede esde aquí, en abierto, al pdf íntegro de esta monografía.

- La LOMCE y la posdemocracia en educación. Monografía publicada en el número 81 (28.3) de la Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado (Diciembre 2014). Accede esde aquí, en abierto, al pdf íntegro de esta monografía.


Revista ELECTRÓNICA Interuniversitaria de Formación del Profesorado

- Aprendizaje y evaluación de competencias en la formación del profesorado. Monografía publicada en el número 47. Vol. 17 (1) de la Revista electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado (Enero 2014). Accede desde aquí, en abierto, al pdf íntegro de esta monografía.

- Interculturalidad y atención educativa a la población inmigrada. Tendencias, modelos y experiencias. Monografía publicada en el número 48. Vol. 17 (2) de la Revista electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado (abril 2014). Accede desde aquí, en abierto, al pdf íntegro de esta monografía.

- Calidad en la Educación Superior: una visión en perspectiva. Monografía publicada en el número 49. Vol. 17 (3) de la Revista electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado (agosto 2014). Accede desde aquí, en abierto, al pdf íntegro de esta monografía.


En los seis números citados han participado profesionales pertenecientes a 45 instituciones del sector educativo, 30 españolas y 15 extranjeras. 

Son las siguientes: Universidad Autónoma de Barcelona; Universidad Carlos III de Madrid; Universidad Católica de Murcia; Universidad de A Coruña; Universidad de Almería; Universidad de Barcelona; Universidad de Burgos; Universidad de Cantabria; Universidad de Córdoba; Universidad de Deusto; Universidad de Extremadura; Universidad de Huelva; Universidad de La Laguna; Universidad de las Islas Baleares; Universidad de León; Universidad de Málaga; Universidad de Murcia; Universidad de Santiago de Compostela; Universidad de Sevilla; Universidad de Valencia; Universidad de Valladolid; Universidad de Vic; Universidad del País Vasco; Universidad Nacional de Educación a Distancia; Universidad Pablo de Olavide (Sevilla); Universidad Pontificia de Salamanca; Universidad Pública de Navarra; Agencia para la Calidad del Sistema Universitario de Galicia; CEIP A María (Bertamiráns-A Coruña); Colegio Nuestra Señora de la Consolación de Valladolid; Universidad Católica de Temuco (Chile); Universidad de Ciego de Ávila (Cuba); Universidad de San Martín de Porres (Lima, Perú); Universidad Nacional de Río Cuarto-CONICET (Córdoba, Argentina); Universidade Federal da Paraíba (Brasil); Universidade Federal do Amazonas (Brasil), University of Minho (Portugal); University of Verona (Italia); University of Washington (Estados Unidos); Erasmus University Rotterdam (Países Bajos); Campus Montecillo, Colegio de Postgraduados (México); CONICYT. Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Chile); Consejo Nacional de Educación (Chile); Oaxaca (México); Uppsala (Suecia).


Congresos AUFOP

- "XIII Congreso Internacional de Formación del Profesorado (AUFOP): Investigar para acompañar el cambio educativo y social. El papel de la Universidad" (En colaboración con la Universidad de Cantabria)




Actas del "II Congreso Internacional Virtual de Formación del Profesorado. Aprendizaje y Evaluación de Competencias en la Formación del Profesorado", celebrado a finales de 2013 en colaboración con la Universidad de Murcia.

Las actas de este congreso se publicaron en 2014, en tres volúmenes a los que puedes acceder desde aquí en abierto y a texto completo:

* Experiencias de innovación y formación en educación

La formación del profesorado frente a los desafíos del siglo XXI

Retos educativos actuales en la formación del profesorado



La Revista Electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado incluida en ERIH PLUS

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